Viernes, 05 Diciembre 2025
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Francisco Pomares

 

No es que la política canaria nos sorprenda de vez en cuando con algún que otro giro inesperado; es que últimamente vive cabalgando un trompo. Veamos: con la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería Clavijo parecía caminaba de la mano de los socialistas, mientras el PP votaba dos veces en contra en el Congreso, ahora las tornas se han invertido de manera casi cómica. La izquierda mira el borrador del decreto Canarias con el ceño fruncido y el PP aparece como garante presunto del interés general del Archipiélago. Uno diría que los partidos han intercambiado sus libretos, como en una función escolar en la que alguien decidió invertir el guion cinco minutos antes de subir el telón.

 

El detonante del desconcierto es sencillo, pero –apesta a elecciones- también es profundamente político: el portavoz coalicionero, José Miguel Barragán, lo explicó sin anestesia tras la reunión del presidente con los siete grupos parlamentarios: el texto enviado a Moncloa recoge la Agenda canaria pactada en su día con PP y PSOE, y además amplía el campo. Incluye el desarrollo de artículos del Estatuto, del REF, compromisos presupuestarios del Estado que quedaron en el cajón en 2023 por culpa de las prórrogas de Sánchez y otras normas sectoriales que, hasta el martes, nadie recordaba que existían. Es la carta a sus majestades de Oriente, versión completa.

 

Clavijo no se conforma con el minidecreto al que se comprometieron la ministra de Hacienda y Sánchez. Lo quiere todo. Y ahí empiezan los sudores fríos en la bancada socialista. Sebastián Franquis fue el primero en pulsar la alarma: “Esto no es lo pactado ni con Sánchez ni con la vicepresidenta Montero”, advirtió, mientras definía el borrador como “un intento de enredar”. El término, viniendo de Franquis, que ha protagonizado más enredos que la mitad del Parlamento junta, no es de menor enjundia. Anuncia bronca.

 

Para el líder canarista, Luis Campos, la carta a los Reyes Magos es de las largas, de esas que los niños de siete años escriben con veinticinco regalos seguros y otros treinta a ver si cuela. Campos, más motivado que de costumbre, insiste en que Clavijo pretende introducir en el decreto la Agenda de Coalición, no la de Canarias. En un intento, dice, de enmarcar el decreto en la estrategia de la bronca sostenida, con la intención de desviar la atención de los problemas reales: vivienda, sanidad, deterioro de los servicios públicos. No hay mejor forma de esconder un incendio que encender otro más grande.

 

El argumento de canaristas y socialistas se resume en la idea de que este no es el decreto que ellos negociaron. Es otro. Un decreto adicional, como lo define Campos, que cambia de naturaleza y de objetivo; uno que, de aprobarse, colocaría al Gobierno de Clavijo ante un filón político. Eso no parece gustarles un pelo ni a ellos ni a los socialistas. Apuesto -doble contra sencillo- que ya han hablado con Hacienda o Moncloa. Que aquí lo importante no es resolver los problemas, sino hacerlo sin que Clavijo se apunte un solo tanto.

 

Al otro lado del tablero, el PP canario vive una suerte de epifanía. Manuel Domínguez salió de la reunión exultante y proclamando que habían logrado dar un paso al frente. Lo dijo con el legítimo orgullo de respaldar un documento que promete más financiación y más recursos y más de todo. Para despejar dudas, la portavoz Reverón certificó el apoyo “porque solo habla de los canarios [sic, aviso a navegantes] y beneficia a los canarios”. Si Sánchez cambiara una sola coma en Madrid, el PP retirará el apoyo en un suspiro. Domínguez estará muy contento, pero los suyos en la Corte le han dejado claro que no van a permitir que Sánchez les meta otro gol por la escuadra.

 

Con los unos pidiendo cautela y los otros surfeando el impulso, aparece como siempre Curbelo, árbitro voluntario de lo que ocurre y no ocurre en la legislatura. Tras conseguir extender la bonificación del IRPF de La Palma a La Gomera y El Hierro, pidió generosidad y altura de miras. Traducido, eso significa que nadie se ponga digno, porque sin PSOE y sin PP no hay decreto, ni pájaro en mano, ni nada. Curbelo es el recordatorio viviente de que en Canarias todas las ecuaciones acaban dependiendo de tres votos de La Gomera.

 

¿Y Clavijo? Clavijo se mantiene en un equilibrio aparentemente precario. Si logra que Moncloa acepte su texto, su orquesta tocará durante meses el himno al defensor incansable de Canarias, frente a la desgana del Gobierno mesetario. Si Moncloa se descuelga, podrá culpar a Sánchez de haber cerrado la puerta a la financiación y a los compromisos olvidados del REF. En cualquier caso, el relato está preparado. El pájaro que Clavijo cree haber atrapado puede salir volando en cuanto el Consejo de Ministros abra las ventanas.


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