Domingo, 14 Diciembre 2025
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Por Antonio Coll

Los avances e innovaciones en la tecnología de la información, poseen, naturalmente, una inmensa utilidad en la actual sociedad globalizada y tiene mucho de positivo. Pero, como siempre, ocurre con los avances, a veces no son bien utilizados o se utiliza como una herramienta destructora para desinformar o tergiversar la realidad de los hechos. Los medios de comunicación convencionales tienen hoy que competir con otros “medios” aparecidos en la era de Internet y cuyos profesionales ya no necesitan ser periodistas.

Hoy miles y miles de “comunicadores” implantan una web periodística con pocos euros y desde esas plataformas difunden y transmiten  toda clase de información y opiniones, sin ser constatada o analizar su veracidad. Y no digamos nada sobre las llamadas redes sociales, cuyo descontrol e imprudencias están al orden del día. Pero esto es lo que hay y tenemos que acostúmbranos a vivir con ellos, en lo positivo y en lo negativo. . Es bien sabido que la información, en todos los aspectos, se ha convertido de lo que llamaban el “cuarto poder” al poder mismo. Quiero decir con ello que hoy se teme más a los “media” que cualquier otro poder, menos a Hacienda que esto es otro cantar.


También es cierto que hoy, entre los convencionales y   los “modernos” luchan por la inmediatez de la noticia, en busca de audiencia, y esto lleva su peligro porque sin constatar la veracidad de la información se publican textos e imágenes, sin importar para nada sus efectos y el daño que se puede hacer a terceros. Hoy los dispositivos digitales permiten que un mismo mensaje llegue a millones de personas, de ahí su trascendencia e influencia social. La libertad y la pluralidad en la información, por supuesto, es saludable para una sociedad democrática, pero también es insano la saturación y la maldad de muchos contenidos que solo intenta desorientar y agredir, unas veces, por motivos inconfesables, y otras por simple maldad e ignorancia.


En los últimos tiempos vivimos una incesante “persecución” a políticos y  empresarios con informaciones inquisidoras, en muchas ocasiones, descolocando la presunción de inocencia que todo ser humano tiene derecho.Hoy cualquier imputación (hoy investigación) se convierte en “sentencia definitiva”, aunque más tarde los “acusados” salgan inmunes de los tribunales, por no encontrarse ninguna acción punitiva.  Pero la causa-efecto ya se determinó en su día,  sin el normal proceso judicial. En periodismo se tiene por norma que  un desmentido ya no es noticia, sobre todo porque ya no vende.


Lanzarote, por supuesto, no se escapa de lo que aquí expongo y, constantemente nos someten a informaciones malintencionadas y persecutorias. La lista es larga, solo como ejemplo citar el “lío de los hoteles de Playa Blanca”, el PIOT, el Plan Especial de La Geria y la bodega Stratvs, el plan urbano de Arrecife y, ahora el de Yaiza, el Islote del Francés, el de la Fermina, el Museo del Atlántico


A veces los comportamientos de ciertos políticos y otros “personajes”, desespera por una total ausencia de análisis de contenido, de orientación y de prudencia. Se habla de la existencia de un “eje del mal” que solo buscan confrontación permanente y frenar el desarrollo de la isla, solo por la manía persecutoria contra un empresario lanzaroteño. Poco les importa si derriban un hotel o cierran una industria. Poco les importa que cientos de trabajadores puedan ir a englobar  el ya alto índice de desempleados. Poco les importa que la economía de la isla se resienta y se dañe la misma imagen turística de la isla. Lo que importa es dañar y perjudicar a un empresario lanzaroteño que ha tenido la osadía de invertir millones de euros y ha creado cientos de puestos de trabajo. Es curioso que el empresario del  Hotel Princesa Yaiza, Son Bou y Bodegas Stratvs, sea el mismo y toda la virulencia en las informaciones y opiniones vayan dirigidas hacia él y contra las empresas citadas.

Esta sinrazón explosiva es solo un ejemplo y ya está cansando a la buena gente,  porque son muchos años con el mismo tema. Que conste que no estoy contra la libertad de expresión. Solo estoy censurando no el sensacionalismo, que esto todavía entra en la normalidad, sino a los malvados, perversos e inmorales que solo infectan el buen discurrir de la isla y el propio desarrollo de la sociedad lanzaroteña. Pero en fin, el tiempo me ha demostrado que no tienen remedio y bajo la sombra de la desinformación y manipulación seguiremos existiendo.


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