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¿Dónde estamos y a dónde vamos?

 

Por Antonio Coll

 

Después de una noche con insomnios, quizás por las noticias negativas recibidas antes de dormir, me desperté con varias preguntas: ¿Realmente sabemos dónde estamos o a dónde vamos? ¿Es la pandemia que padecemos la que está idiotizando a la sociedad? La respuesta se presenta difícil, casi imposible. En una era digitalizada, donde la información y opiniones se sirven a alta velocidad que por mucho que uno quiera evitarla, la tentación de verla y leerla, a través de los dispositivos electrónicos que tenemos, se ha convertido en algo habitual, como una “droga” aditiva. Por supuesto, que el adelanto tecnológico en las comunicaciones ha sido positivo para los pobladores, distinto es la saturación y, sobre todo, el crecimiento de los llamados imbéciles que se hallan en muchos ámbitos para generar un divorcio y la convivencia sana entre los ciudadanos. Siempre he respetado la disparidad de criterios pero en la actualidad todo se confunde y captamos que la mentira o falsas noticias, nos inunda el cerebro y transforman nuestras conductas y deterioran nuestras buenas relaciones. Quizás se está imponiendo la mediocridad y determinada clase política, también está contribuyendo a estas adversidades, sobre todo entre gobernantes y oposición que, en vez de ofrecer un clima más sosegado, en estos tiempos, solo vemos enfrentamientos y manifestaciones que no ayuda en nada a tranquilar a los que les votaron. Por otro lado, se está comprobando y captando que las libertades públicas se están limitando, con la excusa de la pandemia vírica. Entiendo algunas medidas, sobre todo, sanitarias, pero la gente está desorientada porque vive una experiencia inaudita que, si bien, se está acostumbrando, a duras penas, los trastornos de ansiedad aumentan, según informaciones de expertos en psicología y psiquiatría. Y es que el llamado Coronavirus se ha convertido en una “pesadilla” diaria y los “mass-media”, algunos sensacionalistas, difunden.

 

Las noticias, a modo de estadísticas, en primera plana. La OMS y la propia China, han difundido la noticia de que el virus es de origen animal y surgió en Diciembre de 2019, en Wuhan. Y que procede de los murciélagos, aunque esta información no es concluyente, a la espera de futuros estudios. Algunos expertos hablan de manipulación genética, pero estas afirmaciones entran en las teorías conspiratorias, en la que yo no voy a opinar, por ahora. Si es cierto que en Wuhan existe un Laboratorio en Virología, catalogado como uno de los más importantes del Mundo. ¿Extraño?

 

Sea como fuere, lo cierto es que la gente ya está cansada de tanto sacrificios y privaciones y de los escasos recursos económicos para sobrevivir. Miles de empresas y autónomos sin actividad económica, circunstancia que aumenta la incertidumbre de la gente, a pesar de las ayudas estatales y autonómicas, aunque se considera insuficientes. Canarias al depender del sector turismo, es una de las comunidades de Europa más castigadas y solo los poderes públicos tienen la solución. Lo contrario es precipitar a las islas a una ruina, en todo regla. De hecho, la crisis económica ya la está padeciendo una buena parte de la sociedad canaria, en los ámbitos como el social, el laboral y el familiar. Si es cierto, que las medidas emprendidas por el Gobierno Central, Comisión Europea y el propio Gobierno canario, están atenuando una catástrofe económica, sin precedentes en esta era posmodernista. Yo espero que los centenares estudios científicos realizados hasta el momento, consigan las terapias más adecuadas para atajar el virus, como las vacunas, y arrojen mayor éxito en la evolución vírica. También se exige información sobre como fortalecer el sistema inmunológico y recomendaciones en nutrición. Porque se detecta el aumento de otras enfermedades, relacionadas con la obesidad, diabetes, artritis, psicológicas y algunas más que con la pandemia actual, están causando estragos en muchas personas, al cambiar la normal forma de vivir y la saturación sanitaria que limita citas presenciales, para un mejor diagnóstico sobre el desenlace de las patologías.

 

En Canarias, el desplome económico es grave y sus dirigentes políticos han de implicarse con más intensidad y, sin demagogias, tomar decisiones coherentes y acorde al hecho de vivir en islas. Saber dónde estamos y a dónde vamos, es poseer una visión positiva para dar respuestas con recetas racionales, pero no solo las sanitarias, sino las económicas, que en esta crisis van juntas y nos pueden llevar al declive, en todos los ámbitos.

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