El bulo del embargo

Francisco Pomares
Casi dos semanas después del solemne anuncio, con dos reuniones del Consejo de Ministros, el embargo de armas a Israel anunciado por Pedro Sánchez sigue sin producirse. No hay real decreto, ni orden ministerial, ni siquiera un punto en el orden del día del Consejo. El embargo sólo está en la apasionada fe de los propios y en los titulares de la tele. Sumar se tragó el cuento sin leerse la letra pequeña y ahora amenaza con plantar a sus ministros si el decreto no se presenta a la tercera, que es cuando dicen que va la vencida. Yolanda exige que se cumplan sus ‘nueve medidas’, pactadas y se envuelve en el mismo lenguaje grandilocuente que su presidente. Podemos anda bastante más suelto de cintura, y ha bautizado el invento como lo que hasta el momento parece: un “embargo fantasma”, un fake de manual. Si la idea de Sánchez era vender poder moral a sus socios y apoyos, el resultado parece más bien un ejercicio de ilusionismo político, ante el que Sumar y Podemos hacen la función de coro indignado. El ruido suena a pelea pactada: socios que se regañan en público para repartirse papeles. La política convertida en teatro, con Gaza de escenario.
El presidente aprovecha el momento y se deja ver por las calles. Nos dice Patxi López que es recibido por las multitudes con saludos de admiración por su valentía contra Israel, quizá ensayada en Paiporta. Lo de este Patxi adulador y taimado es de una torpeza conmovedora: cada vez que abre el pico revela lo obvio. En esta ocasión que el giro propalestino del Gobierno busca el aplauso interno, no un impacto real sobre el conflicto. Las declaraciones funcionan como un cartel luminoso y parpadeante que nos dice “mirad aquí”, mientras la espalda del presidente protege de la vista ciudadana los problemas que se le amontonan: la investigación judicial a su hermano, la reciente decisión del TSJM de investigar su papel en el rescate de Air Europa, la sombra de corrupción en los entornos de Moncloa, la historia real que nos cuentan sus fotos con Koldo, Cerdán, Ábalos y Aldama… Son esas las imágenes que explican la fatiga de un país cansado de corrupción, frentismo y erosión constante de las instituciones.
A la teatralidad de las declaraciones, se suma el boicot selectivo de la tele con Eurovisión. Personalmente, creo que lo de la tele roza el ridículo: ha anunciado que no participará en Eurovisión si se invita a Israel y –coincidiendo en el tiempo con Sánchez, como si hubieran obedecido una orden suya (¿de quién es la tele?)- se han descolgado con grandes palabras sobre derechos humanos. Es esa misma televisión pública que emite sin sonrojo los mundiales de atletismo donde compiten atletas israelíes, y en la que nadie habla de retirar las retransmisiones de la Liga de Campeones si el Maccabi llega a octavos. ¿Por qué cortar con Eurovisión y no con el resto? ¿Impediría este Gobierno participar a los atletas españoles en la próxima olimpiada si participa Israel? ¿Y en el Mundial de futbol? Seamos serios…
El Gobierno saca pecho alegando que en la ONU hablan de genocidio. Personalmente me es indiferente como quieran llamar al monstruoso crimen que se perpetra en Gaza. Pero el uso político del término se utiliza básicamente para dividir a la sociedad entre sionistas y antisemitas El debate semántico me interesa menos que la evidencia de que Sánchez esta convirtiendo la masacre de miles de gazatíes en otro instrumento de distracción, como hizo hace un par de años con los huesos de Franco. Sánchez se coloca siempre en el centro de la escena, con ensayados gestos de alto voltaje moral. Mientras, el real decreto del embargo duerme en algún cajón de La Moncloa.
Y lo más cínico es que, mientras se agitan banderas en nombre de la paz, se tolera en casa la violencia verbal y la polarización como método de gobierno. RTVE deja de ir a Eurovisión, la Vuelta Ciclista se suspende por protestas propalestinas, y el Ejecutivo anima a “apretar” a quienes no se sumen a su relato. Luego se acusa a la oposición de deshumanizar. ¿No deshumaniza también usar el dolor y la muerte como cortina de humo para tapar sumarios judiciales y escándalos de corrupción?
El Gobierno juega a la política moral con las cartas marcadas. Anuncia un embargo que no aplica, selecciona qué eventos boicotear en función de la foto que dará en prime time, y presenta la discrepancia como apoyo al crimen, mientras su socio minoritario finge un cabreo monumental que da brillo al escenario. Es la misma exacta lógica de todos los “golpes de efecto” de la legislatura: promesas que se diluyen, anuncios que se eternizan, titulares que duran hasta el siguiente escándalo. La mayor prueba de la impostura es que nadie se la cree. Nadie se traga que la decisión de no ir a Eurovisión cambie los cálculos del Gobierno israelí. Nadie piensa que un real decreto inexistente frene las bombas en Gaza. Lo que percibe la gente es que mientras habla de Palestina, Sánchez y su tropa evitan que se hable de las investigaciones a su presidencial familia, de a corrupción de Ferraz o de las tensiones que sufre su frágil mayoría.
“Embargo fake” no es solo un titular ingenioso. Es la descripción exacta de un modo de gobernar: palabras, gestos y puro humo Gaza se merece algo mejor.