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El ‘error Patricia’

Francisco J. Chavanel 

 
Cuando pase el tiempo –y no creo que mucho- sus propios compañeros lo propagarán por las esquinas. Lo dirán incluso aquellas que la llevaron en volandas hacia la candidatura socialista en las últimas elecciones y quienes la colocaron de vicepresidenta del Gobierno. Patricia Hernández no era la persona adecuada para el cargo. No tenía ni idea ni de lo que representaba ni de la cantidad de conocimientos que se necesitan para ostentar un cargo de esa importancia. Y carecía, sobre todo, de deseos de aprender, no había humildad en su alma para gobernar con cierta prudencia su cabeza.
 
 
Ahora todos dicen lo mismo: que fue el reparto del IGTE, que fue la Ley del Suelo, que fue la Sanidad y las peleas entre el consejero y el presidente, que fue Granadilla, el maltrato a Javier Abreu y a otros cargos socialistas, como Ornella Chacón. Dicen que socialistas y nacionalistas ya no pueden entenderse porque no existe un enemigo común como en la pasada legislatura –Soria, Madrid- y un pegamento estupendo como el petróleo. Dicen que CC está en la deriva insularista y que por ahí el PSOE no pasa.
 
 
Yo digo que eso es lo que se ve, lo que parece que pasa, las brasas que arden por una relación que no funciona. Pero también digo que nada de eso ocurriría, y el pacto seguiría vigente si la Vicepresidencia hubiera sido ocupada por Carolina Darias. O Francisco Hernández Spínola, o el propio José Miguel Pérez, o Chano Franquis. Seguiría vigente hasta el final de la legislatura, con la ley del suelo por medio, los repartos del IGTE, y todo el insularismo que pretenda endilgársele a CC.
 
 
Las personas son esenciales para que las relaciones funcionen. Patricia Hernández es el primer elemento de eso que alguien denominó “la nueva política” que llega a un cargo de máxima envergadura. Los éxitos que la avalan son los siguientes: ser un hacha en tuiter; ser una tuitera de tal calibre que gracias a sus relaciones pudo efectuar unos cuantos discursos populares en el Parlamento recogiendo lo mejor de las redes; eso me recuerda que entre el Parlamento, el Senado, y el Gobierno de Canarias almacena 14 años en lo público; lleva desde los 22 y tiene 36 recién cumplidos. O sea, no ha trabajado jamás. Estudió, se le olvidó lo estudiado, y no conoce otro oficio ni beneficio que el cargo público. Es una política profesional, probablemente inútil para cualquier otra cosa. Aquí hay una explicación sobre por qué aguantó lo inaudito en el Ejecutivo. Y cuando dejó de aguantar fue porque su círculo de conspiradores la convenció de que habían cerrado un pacto con el PP en Madrid que echaría a Clavijo del del poder, mientras que ella sería presidenta de la comunidad.
 
 
¿Presidenta de la comunidad? Pues sí, llegó a creérselo completamente. Durante quince días estuvo persuadida de que lo conseguiría. Hasta que alguien del PP dijo: “oye, ¿y no es posible cambiar a la candidata por otra persona que ofrezca garantías?”. La frase es de Asier Antona, que necesitaba ganar tiempo y salirse del acoso socialista. El PSOE no halló candidato de reserva, pero quien si lo encontró fue Román Rodríguez (NC). ¿Saben quién era el candidato de Román?: él mismo, por supuesto.
 
 
A José Miguel Rodríguez Fraga, el actual presidente regional de la gestora socialista, alcalde de Adeje, y máximo protector de Hernández, sus compañeros le recriminan: “Muchas gracias, amigo, por el “regalito” que nos hiciste”. El regalito es la victoria de Hernández en las primarias socialistas gracias a las trampas que hizo Fraga con los votos de militantes, simpatizantes, y hasta con gente que simpatizaba con otros partidos. 
 
 
Esta es la respuesta. Una incompetente en el Gobierno, que no se estudias los temas porque no los entiende ni los trabaja, y que cada vez que la presionan o que no logra algo que considera importante, eleva el tono de voz, patalea, chilla, y luego se marcha del consejo de Gobierno. Una persona inmadura, incapaz de entender las reglas del juego porque nunca ha tenido que hacer el más mínimo esfuerzo para conseguir algo. Su biografía la retrata. Entró por cuota femenina y lo que entró es el principal motivo por el que ahora el PSOE no está en el Gobierno.
 
 
Pueden echarle la culpa a Clavijo si quieren, pero lo cierto es que este presidente se pasó cuatro años en La Laguna en minoría en pacto cerrado con el muy incómodo de Javier Abreu. Y no rompieron. Y había que negociar un plan general con los vecinos y se suscribió en menos de un año después de unas cuantas asambleas. 

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