Domingo, 14 Diciembre 2025
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Por Antonio Coll

 

La crisis económica del Covid19,  desplaza, profundamente, a la crisis financiera internacional, iniciada en el 2008 y a la llamada Gran Depresión.  Ya nadie cuestiona la situación económica global, provocada por la pandemia que, por ahora, continuará entre nosotros y nadie sabe hasta cuándo. Mientras,  en la crisis 2008,  se emplearon todos los instrumentos para apoyar a las instituciones financieras, bancarias y cajas de ahorro públicas,  no podemos olvidar el gran impacto que tuvo en las empresas, autónomos y familias, que fueron los auténticos  perjudicados por las incongruentes  políticas de austeridad y la llamada “Troika”. Es decir que  al final los ciudadanos y empresas privadas tuvieron que pagar,  con recortes de toda clase, una tormenta económica provocada por gestores financieros y políticos  nefastos e inútiles. La Unión Europea aplicando la ortodoxia económica liberal, no dispuso en su “recámara”  actuaciones para  ayudar a las pymes, autónomos y pobladores, en general. Y esto provocó que las economías domésticas y empresariales se fueran desangrándose, lo que originó muchas hostilidades al proyecto europeo, proyecto que se vuelve a cuestionar si no hace frente, de forma solidaria, a los países europeos que más sufren para superar o atenuar la crisis actual, sobre todo, a los países cuya economía tienen al turismo como principal motor.

 

En la reciente reunión del primer ministro holandés, en La Haya, con el presidente español, Pedro Sánchez, manifestó que no va a ser fácil acordar el llamado fondo de reconstrucción en la UE, sobre todo para los países del sur, entre ellos España, Francia e Italia. Esto se sabrá en la cumbre prevista del 17 y 18 de julio. No podemos olvidar que Holanda lidera a países como Dinamarca, Suecia, Austria, entre otros, que se oponen, en principio, a las políticas económicas de Alemania, Francia, España e Italia.

 

Pedro Sánchez explicó a la agencia EFE que espera alcanzar un acuerdo “histórico”  para  España, con medidas sólidas para ir superando la terrible crisis que está afectando a la tasa de desempleo, deuda pública, deuda externa, quiebras en las empresas y autónomos que no puede asumir los pagos y el crecimiento explosivo de la desigualdad.  Según un estudio de la consultora KPMG, en colaboración con la Asociación de Periodistas Económicos (APIE),  subraya que un 58% de los españoles asegura que su economía doméstica ha empeorado en medio de la pandemia y que la situación es preocupante, como también temen por la seguridad ante la epidemia. Esta nueva realidad está obligando a los consumidores ser más selectivos a la hora de adquirir nuevos productos o servicios. También un alto porcentaje de la población, dice el estudio, ha dejado de adquirir productos de lujo o no esenciales.  Esto,  naturalmente,  afecta al comercio y a la Hacienda Estatal y Autonómica,  por recaudar menos impuestos indirectos.

 

Hay que confiar en que el presidente español, Pedro Sánchez, el superviviente, como lo califica el periodista-escritor, Arturo Pérez-Reverte, negocie con valentía las ayudas de la Eurozona a España para que inyecten fondos y evitar que el “estado de bienestar” se encalle y estalle las revueltas callejeras y sociales.  Las  medidas actuales del Gobierno Español, como los ERTES, prestaciones extraordinarias a los autónomos, créditos flexibles, etc. están, por ahora, contribuyendo a sobrevivir y ofreciendo una ligera esperanza para la recuperación. Ya tiempo habrá para reformas estructurales que mejoren la productividad y fortalecimiento del tejido empresarial, compuesto principalmente por Pymes y autónomos. Pero estas cuestiones se podrán abordar una vez superada la pandemia Covid19. Ahora, el gobierno estatal y los autonómicos han de poner el epicentro en los bolsillos de la gente para que puedan cubrir las necesidades prioritarias diarias y los gastos fijos mensuales como alquileres, agua, luz, comunicaciones, seguros y las contribuciones municipales, entre otros…

 

En la actual situación, hay que alejarse de macroeconomías y, sobre todo, políticas de austeridad, subidas de impuestos y recortes en las pensiones.

 

 

Lo que hay que conseguir es que el dinero vuelva a fluir en el sistema económico y esto lo tiene que tener muy claro la U. E. porque si no se consume y los ciudadanos no pueden gastar, el estallido económico sería global y provocaría aún más el bloqueo al tejido empresarial y productivo. Y la única solución,  como ocurrió en la crisis de 1929, para evitar una caída brusca de la demanda de productos y servicios, múltiples Estados decidieron incrementar el gasto público.  Esto también frenó una profunda recesión y al final se produjo efectos positivos para todos. La historia y la propia experiencia, nos sirve para no cometer errores del pasado y el propio proyecto europeo se consolide y obtenga la confianza de  los países integrantes de la Unión y, entre todos,  caminar juntos, como soñaron los  fundadores en su origen.


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