Viernes, 05 Diciembre 2025
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Andrés Martinón

 

La primera vez que oí de la construcción de la torre de 25 metros en Masdache fue a través de una prima que quería denunciar en Lancelot Televisión la instalación de una potente antena de telefonía en este paradisíaco entorno volcánico y vinícola. En un principio, su queja venía por el  peligro que puede representar este dispositivo conductor que emite y recibe ondas electromagnéticas para transmitir  datos de forma inalámbrica. Consideraba que al estar su base en la misma cancha deportiva donde juegan sus hijas, como la del resto de niños del pueblo, y cerca de numerosas casas suponía una amenaza a la salud de estos pequeños en fase de crecimiento y de la población en general.

Sin embargo, el Ayuntamiento de Tías, a través de su grupo de gobierno, mantenía que la licencia se entregaba con todos los informes preceptivos. Es decir, con luz verde sanitario, dando a entender que no era peligroso para la salud de los humanos. Y desde entonces la torre sigue instalada pero no  el dispositivo técnico electromagnético, todavía.

Su denuncia y la de los vecinos agraviados comenzó a fortalecer una segunda vía: hurgar en la sensibilidad de los lanzaroteños: el impacto ambiental en uno de los símbolos de nuestra isla,  como es La Geria y su belleza. Y es que ahí es cuando las noticias que se relacionan con esta antena han empezado a coger fuerza entre la sociedad isleña que ve como un adefesio metálico con forma de torreta barata de campo de fútbol de barrio de ciudad, se implanta en el idílico paraje de este lugar.

Se hizo una manifestación en la que se hablaba de ambos perjuicios: el de la salud y el de la vista (en el sentido paisajista, claro). Acudió más gente de lo que se esperaba pero es verdad que principalmente fueron los propios vecinos, que admiten tener cubiertas sus necesidades de cobertura telefónica y estar abiertos a otras opciones menos agresivas.

El consistorio sigue sin dar su brazo a torcer, el problema se va dilatando y surge, entre los vecinos e inclusos en las tertulias de opinión, porque ningún colectivo ecologista, movimiento de conservación de territorio o asociaciones activas ante la defensa de Lanzarote hayan actuado. Incluso envían una misiva preguntando porqué la Fundación César Manrique no se ha pronunciado contra esta aberración.

Y creo, y aquí va la línea principal de este artículo, que creo que la antena no se va a instalar. Que la fuerza de la población lanzaroteña seguirá denunciando esta construcción, que es precisamente lo que se pone de ejemplo cuando hablamos de instalar energías alternativas: es decir hay que implantarlas, pero no en cualquier lugar. Y nadie tiene dudas de que La Geria no es el lugar para poner aerogeneradores o placas fotovoltaicas. Pero tampoco parece que sea el sitio correcto para una antena metálica y fea de 25 metros de altura.

Termino diciendo que me parece que la estrategia de los vecinos tiene que seguir ahondando en el impacto y la salud la dejaremos para luego. Me recuerda a la historia de Elliot Ness, el agente del Departamento de Tesoro de los Estados Unidos, que viendo que no podía atrapar a Al Capone por asesinatos, extorsión u otros delitos mayores fue condenado finalmente a 11 años de cárcel por evasión fiscal.

Es decir, el objetivo es quitar la antena. Si no puede ser por salud de los niños que  juegan en una cancha, que lo sea por la imagen de Lanzarote.

 


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