Domingo, 14 Diciembre 2025
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Usoa Ibarra

 

El niño al nacer lo hace en un grupo social llamado familia, y su importancia es capital para su supervivencia. Pero, el entorno familiar no es suficiente para garantizar el buen desenvolvimiento del pequeño en un mundo tan cambiante y complejo. De ahí que aparezca en escena la escuela. Un espacio intermedio entre la familia y la sociedad que prepara al niño, principalmente, para la convivencia. En edades tempranas la escuela también ofrece una neutralidad afectiva que fomenta la igualdad entre los niños. Esto ocurre porque fuera del núcleo familiar, el niño sale de su zona de confort,  ya que no dispone de una situación preferencial, y esto le impulsa a adaptarse  al grupo. Estos primeros pasos son la antesala del proceso de socialización.

 

Por eso, la oportunidad que se le brinda al niño en la escuela no solo tiene que ver con ofrecerle situaciones de aprendizaje, sino que se le  educa en hábitos y normas, conductas  y protocolos que serán básicos para que se sienta integrado socialmente. Y además, otro aspecto relevante, es que gracias a la escuela, el niño entra en contacto con el concepto de igualdad y justicia distributiva. De vital importancia es experimentar este principio democrático de cara a que el niño se convierta en un ciudadano empático y respetuoso con los otros.

 

La escuela, por lo tanto, mantiene una relación de dependencia e interacción con la familia, porque son vasos comunicantes. Por eso, nunca está de más insistir en la importancia de establecer una colaboración permanente entre los dos principales referentes del niño. Ambos ejercen  un papel de guía en su aprendizaje, y ambos deben ser complementarios. Si de uno hay mucho y de otro poco es lógico que se desequilibre la balanza.

 

Hace tiempo, la escuela era un espacio donde primaba el conocimiento académico, pero  ahora es un lugar de encuentro y experimentación que enseña al niño de forma integral y holística (el aspecto emocional es cada vez más importante si queremos cultivar la felicidad y por eso la metodología de aprendizaje es más personalizada). Además, es un medio seguro donde el niño activa sus habilidades cognitivas y establece relaciones interpersonales positivas. La escuela es estimulante para ellos y así deberían  los padres de entenderlo (la escuela no debe reducirse a un espacio “donde dejar” a los niños mientras los progenitores trabajan). Animarles a querer la escuela es enseñarles a respetar la sociedad en la que viven, pero especialmente importante es inculcarles la idea de que la educación es el arma más poderosa que tendrán en el futuro para cambiar el mundo. En otras palabras, si la vida no deja de enseñarnos, ¿cómo no valorar un lugar que  enseña a tu hijo para la vida?

 

 

 


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