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Esclavitud

Por Juan Manuel Pardellas

 

 

La cordura apareció, quizás fugazmente, en la última sesión del pleno del Parlamento de Canarias de la presente legislatura. Sus señorías empatarán elecciones con verano. Unos 50 abandonan la cámara para que en sus mullidas, nobles, reclinables y giratorias butacas las ocupen caras nuevas de la política insular.

 

El primer signo de lucidez les vino a los diputados y diputadas con la aprobación del nuevo comisario de la transparencia, responsabilidad enorme que ha recaído en un viejo lobo (de los pocos buenos de verdad) del periodismo, Daniel Cerdán, hombre cabal y dialogante hasta la extenuación, al que le espera la no fácil labor de aventar cuantos más datos mejor para general conocimiento de la cosa pública, incluidas empresas y otros chiringuitos con que se ha dotado la administración.

 

El segundo fue el rechazo de un texto resumen del discurso que en los últimos meses ha liderado la directora general de Trabajo, Gloria Gutiérrez, convertida en la Juana de Arco de los trabajadores que desempeñan sus funciones en el mundo del turismo y sus múltiples variables. Esta dirigente ha venido pregonando desde hace tiempo que a la industria turística le faltan 45.000 puestos de trabajo y, en consecuencia, como no se cubren, los que sí forman parte de esas plantillas están explotados y trabajan en condiciones cercanas a la esclavitud.

 

Las dudas que me asaltan es si la defensa de los trabajadores va a pasar ahora a ser un campo a explotar por los grupos que conformen el Parlamento. Desde luego, sería una novedad, pero me inquieta que, ante la pasión desbordante de esta política profesional los sindicatos no hayan dicho nada, con la excepción de los nuevos portavoces de CC.OO. que han llegado desde Madrid como paracaidistas tras volar de forma incontrolada la herencia de Juan Jesús Arteaga y aún no haber tomado las posiciones adecuadas sobre los muchos casos abiertos en las islas sobre los que podría opinar este sindicato.

 

Quizás cabría preguntarse si en los últimos 10 años el principal sector económico de las Islas ha vivido una paz social notable, sin con la que nos ha caído encima, la crisis, el paro, la pobreza generalizada, estos trabajadores no se han rebelado, ni denunciado, ni parado su actividad, ni protestado airadamente ¿no será que alguien nos está vendiendo una extraña película?

 

Esclavitud me parece una palabra más acertada para muchas actividades de nuestra vida diaria a la que los señores sentados en esas cómodas butacas no han prestado atención, léase la prostitución, por ejemplo, la economía sumergida en fincas y labores del hogar de muchos rincones de las islas, por ejemplo.

 

Así que antes de ir a la caza de un segundo de gloria, quizás más valdría la pena, bajar al fango, mancharse y oler hasta que las pituitarias revienten de realismo y regresar a la Cámara para convencer a los 59 semejantes de la necesidad de luchar por los más desprotegidos de nuestro territorio. Lo otro es humo.

 

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