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España en negro

Por Álex Solar

 


Visité, invitado por un amigo, un hermoso lugar de la costa alicantina donde unos conocidos mantienen un centro o academia donde se enseñan idiomas, literatura y se preparan oposiciones. Las aulas son liliputienses, la mayor alberga alrededor de una veintena apretada de pupitres frente a una pantalla. Se trata de una casona algo destartalada pero acogedora que esta pareja constituida por un científico extranjero y una profesora española han abierto hace poco tiempo con sus ahorros y créditos bancarios. Luego de visitar el lugar comimos en un restaurante de carretera y a la hora de los postres surgió el tema económico. Mantener ese centro privado de estudios les cuesta entre pitos y flautas unos mil quinientos euros al mes. Pagar vivienda, unos 300 euros, que es lo que gana más o menos cada uno de los dos una vez descontados los gastos. Con ese dinero han de vivir y mantenerse los dos hijos adolescentes, además de las dos mascotas. ¿Cómo lo hacen? Pues, haciendo equilibrios en la cuerda floja fiscal, o sea en B.

 

Hace unas semanas en el cansino debate de La Sexta Noche, Francisco Marhuenda rebatía a otro contertulio de la bancada izquierda diciéndole que no era posible ese casi 30 por ciento de españoles pobres, porque de ser así ya habría estallado una revuelta social. Manido argumento de la derecha, es cierto, pero como todo tiene cierta parte de razón. La economía sumergida es la tabla de salvación de estos dos jóvenes profesores con respectivos curriculae de varias páginas, entre diplomas y cursos impartidos en universidades extranjeras de prestigio, y también con mayor razón de otros que no poseen titulaciones ni cualificaciones y deben contentarse con ser mano de obra ocasional y barata. Conozco a una señora que está en un programa de ayudas tras largos años de paro, la obligan a firmar cada día en la oficina de empleo tal como si fuera una delincuente. Como está casada, la ayuda no supera los 200 euros. Casi gasta el diez por ciento en transporte al cabo de este período de control obligatorio, que le explican, es para evitar que se cuelen algunos que trabajan en negro. De esta manera, cada día citada a horas diferentes y obligada a una larga espera para sellar, el servicio estatal de empleo se asegura. Gracias a estas humillantes ayudas y al empleo B, marchamos alegremente hacia el progreso. España, como dice Paco (Marhuenda) es “un gran país”, que construye grandes obras en países exóticos. Los únicos “negros” somos nosotros.

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