Viernes, 05 Diciembre 2025
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Sara González

 

Una mentira más, extendida socialmente, sale a luz y un estallido da el revés a un discurso rancio y cuanto menos hipócrita. Creado desde una falsa autoestima que desea impedir el crecimiento personal de otras personas mediante la manipulación.

La falsa autoestima que se desenvuelve de una regalía cubierta, por una ligera capa de aparente aceptación, socialmente teñida de absurdas creencias, auto consideradas aptas de la prosperidad. Mientras que los tangibles obsequios ven amenazados sus méritos a causas de estos pocos ortodoxos episodios.

El último de ellos, la reciente ex diputada de Madrid, Noelia Núñez que, convencida de su dominio con la utilización de la palabra, considera implacable su argumento de no tener la intención de engañar a nadie debido a la titulación académica universitaria que en un primer momento poseía, que al final no es así. Uno error fijado en el Congreso de los Diputados.

Asegura que se debe a una confusión. Despiste no en una titulación, sino en hasta tres de estas, todas de grado. Una ‘leve’ inexactitud de la cual, además de expresar no tener deseo de engañar, también asevera que no se ha detallado la confirmación de que sí los ha finalizado.

Lo que Núñez, al igual que muchas personas, no discierne es que los títulos universitarios si los tienes es porque los has terminado. Todo, incluido lo que antiguamente se conocía como “Tesis”, pero que modernamente, en el caso de los grados se denomina “Trabajo Fin de Grado”, coloquialmente llamado “TFG”. Hecho y aprobado en su totalidad, completamente, al cien por cien, sin que falte nada.

Yo que soy muy mal pensada y bastante poco confiada, pongo colosalmente en duda el más que conveniente triple error para incrementar y florecer una falsa autoestima que se esconde tras la necesidad de hacer uso de tres falsos títulos o “papelitos”.

Unas virutas de madera trituradas, que pareciera cada vez estar más denostada por un grupo de personas aleatorias que buscan anular el desarrollo no solo personal, sino también el profesional. Manera de hacer mermar incluso, la seguridad y el anhelo individual de mentes que buscan desafiarse e ir más allá a través del esfuerzo y conocimiento.

Ahínco que se puede ver paralizado con la constante obstinación en la insistencia de un grupo de débil mentalidad y, sin capacidad de disciplina, menospreciar una titulación académica por la que muchas otras personas sin perseverancia, pero con más cara que espalda, aseguran tener y presumen de algo que a otras personas les ha costado un evidente importe económico, esfuerzo y sacrificio.

Fomentando una mentira social que apalanca y frena los sueños de muchas personas, mientras que disfrazan realidades de otras. Incomprensible, pues un título de grado universitario no aumenta la validez social, ni tampoco es necesario para entrar en política.


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