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Hackeo humano

Usoa Ibarra

 

 

“Algo está cambiando” escucho decir a una chica mostrando a otra las cuatro caras de las nuevas portavoces del Congreso de los Diputados. Me pregunto si este ejemplo es el verdadero síntoma de que se está legislando con perspectiva de género, o lo que se hace es afianzar los cimientos de la mercadotecnia feminista que parece más obsesionada en vender ideología que practicismo. En otras palabras; que haya cuatro portavoces mujer, ¿nos garantiza a efectos prácticos más igualdad? ¿Acaso los jefes de éstas no son todos hombres? Me interesa especialmente comprobar cómo se comportarán estas mujeres: si estarán masculinizadas en sus liderazgos, si realmente demostrarán que hay otra manera de pensar y actuar, o si quedará en evidencia, una vez que se deje de teorizar, que no hay una sensibilidad diferente entre hombres y mujeres a la hora de gobernar, porque el poder, o ese concepto tan masculino de “pasar a la acción”, nos empodera de igual manera.

 

De hecho, si objetivamente observamos el panorama en su totalidad, más allá de esta antorcha encendida en la atalaya del Congreso, el impacto de la mujer en la toma de decisiones (desde ámbitos poderosos) sigue siendo bajo. Por lo tanto, el papel de las féminas parece inevitablemente vinculado a acatar y ejecutar una decisión masculina. Ampliando un poco más el rango de análisis, supongamos que en el futuro más próximo la Inteligencia Artificial (IA) nos usurpe la capacidad de tomar decisiones. Lo hará de una forma sutil, como lo ha hecho por ejemplo a través del GPS, es decir, generalizando que nos orientemos en el espacio no por instinto, o a través de nuestros sentidos, sino utilizando una app.

 

Entonces, si damos por válido que un ordenador o un conjunto de algoritmos va a definir cómo serán nuestras relaciones humanas o determinará nuestra toma de decisiones, ¿qué nos lleva a pensar que habrá perspectiva de género en esas orientaciones impulsadas desde el Big Data? ¿Estamos ahora creando una sociedad artificial al segregarla por sexos?

 

Sigo avanzando por la calle reflexionando sobre si hay tantas diferencias entre hombres y mujeres cuando me encuentro a un amigo que me piropea por llevar un vestido (no suele ser habitual en mí), pero antes de poder darle las gracias, se muestra arrepentido y me dice: “Perdona, no quería ofenderte”. Este episodio me devuelve al comienzo de esta columna: ¿nos hace sentir poderosas que un hombre sustituya naturalidad por prudencia? Es más, estos cambios de actitud ¿son producto de la propaganda política y la manipulación emocional sujeta a ella, es decir, producto del hackeo humano, o por el contrario, se deben a la interiorización libre y responsable que la sociedad debe hacer de un cambio de roles?

 

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