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¿Hay un fuego que apagar?

Francisco Pomares

 

Esto ni se ha acabado ni tiene visos de acabar. Cada día sumamos medio millar de muertos más, y la enfermedad sigue expandiéndose a razón de cinco mil personas confirmadas por contagio al día, con un índice acumulado de fallecimientos del diez por ciento. Y eso supone que cuando pasen tres a cuatro semanas seguiremos contando 500 muertos más al día. A pesar de las promesas y garantías ofrecidas, no hay test, ni mascarillas, ni medidas de protección suficientes. Todo va muy despacio. Es improbable que el confinamiento concluya el 26 de abril, hay quien asegura que puede durar hasta bien entrado junio. Además, ya sabemos que no habrá vacuna accesible con carácter general hasta dentro de un año y medio, y no está claro que haremos hasta entonces. Lo único que parece claro es que España -junto con la práctica totalidad del planeta- se ve abocada a una crisis económica de proporciones nunca vistas. La caída del PIB en la Eurozona será del 10 por ciento en 2020 y en España llegaremos al 20 por ciento de paro. [20 al 25 por ciento de reducción del PIB en Canarias, y aumento del desempleo por encima del 30 por ciento]. En una situación como esta, la única opción sensata es dejar a un lado los viejos y miserables conflictos y hacer piña. Eso es lo que pide el Gobierno con sus eslóganes y propaganda: unidad y solidaridad. Es lo que toca, es lo que cualquier persona biennacida desea: confiar en su gobierno, en las administraciones, en los servicios públicos, en nuestros dirigentes? huir del conflicto, poner lo importante -las vidas y la economía de la gente- por encima de lo accesorio. La mayoría estamos dispuesto a tragar los sapos que hagan falta, perdonar errores, estamos dispuestos a ser tolerantes y obedientes, colaborar en todo para hacer las cosas más fáciles y mirar a otro lado cuando algo no nos guste. Eso es lo que millones de ciudadanos deseamos, colaborar, ayudar? porque en un incendio no se discute con el bombero que viene a apagarlo.

 

El problema es que sólo ha pasado el primer mes, y muchos empezamos a pensar que este bombero no sólo no puede apagar el fuego, ni siquiera parece entender el alcance del incendio. Este bombero sigue instalado en la propaganda, sigue más preocupado por los resultados de su gestión en términos de política que en términos de eficacia. La negativa a aceptar no ya la responsabilidad de tantos fallos, sino siquiera su propia existencia, la manera repugnante en que las administraciones se tiran los muertos de la nación a la cara, el uso partidario del CIS, un exceso de autoritarismo al servicio de la indecisión, el desinterés por dar ejemplo de austeridad y sacrificio a los ciudadanos, las contradicciones, la sucesión interminable de propuestas rimbombantes pero vacías de contenido (han convertido la reedición de los Pactos de La Moncloa, en un juego de manos para ganar tiempo), los desencuentros teatrales, el pulso entre el PSOE y Podemos, la sobreactuación, la ausencia de información clara sobre los objetivos, el exceso de cháchara inútil? llevamos poco más de un mes, y cada vez resulta más difícil poder confiar en quienes tenemos la necesidad de confiar.

 

 

El país necesita un Gobierno -y una oposición- que nos ayuden a apagar este fuego. No más propaganda, no más tiempo en los telediarios, no más operaciones de imagen y regate en corto. Pónganse de acuerdo, hagan lo que tienen que hacer y dígannos con claridad que nos va a tocar hacer a nosotros. En los próximos seis meses, en los próximos dos años?

 

 

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