He vuelto a caminar

Erica Cerdeña
Hace ya un año y medio que empecé mi aventura en este grupo mediático, y me apetece hacer un balance. No uno político, como acostumbran nuestros representantes, no. Es un recordatorio amable, para ti y para mí.
Mi salud mental era delicada cuando empecé, estaba saliendo de una depresión y una ansiedad que no me dejaban vivir. Pero la ilusión de algo nuevo me animó, y las oportunidades que han llegado sostienen ese estado.
Sin embargo, en esta nueva etapa, llegó un punto en el que me desentendí de cómo comía, dejé de practicar ejercicio físico a diario, y volqué toda mi energía en el trabajo. Otra vez. Nadie me lo pidió, pero lo hice igual.
Por lo general nadie te lo pide, pero lo haces. Te olvidas de ti. ¿Por qué? Existen tantas variables … Lo que sí sé con seguridad es que en ese estado, el ser humano acaba enfermando. Nuestro conocido doctor Fernándo Jiménez me despertó hace unos meses al decir algo en la radio: “Lo que no se mueve se enferma”.
Tú lo sabes, yo lo sé, … Pero nos dejamos llevar por la inercia, y caemos en el inmovilismo, el sedentarismo, y en la rigidez. Esta reflexión me atravesó como un puñal, porque lejos de pensar en términos físicos (que es crucial), pensé en mi salud mental, y en aquel hoyo profundo, oscuro y frío del que tanto me costó salir.
Inmovilismo que atrofia, sedentarismo que acartona, y rigidez que genera resistencia a los cambios.
Te puede parecer loco, pero si lo piensas así, no son solo los isquiotibiales los que no dan más de sí para agacharte. Tu mente no da más de sí para pivotar ante un problema. No es solo que los flexores abdominales te impidan inclinarte para coger a un chinijo en brazos. Es que no serás capaz de ponerte en los zapatos de alguien que lo está pasando mal y te necesita. Y tampoco cambiarás de idea, y te sentará mal cualquier sorpresa que te traiga la vida. Y así podría seguir hasta cansarme.
No hace falta tener un problema de salud, físico o mental, para hacer algo de ejercicio. Tampoco es necesario un desembolso gigantesco de dinero en gimnasios o clases, ni en material. Y créeme, no serás peor empleado, empresaria, padre, madre, o abuela. Quienes te quieren te prefieren sana, y eso incluye a los buenos líderes.
En fin, lo único que quería contarte es que he vuelto a caminar. Unos 40 minutos al día, siempre que puedo. Así que nos vemos un día de estos a la vuelta de la esquina.