Viernes, 05 Diciembre 2025
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Mar Arias Couce

 

 

Todos queremos vivir en una ciudad ejemplar. Limpia, cuidada, con jardines y por la que de gusto pasear. Pero, además de ejercer el deporte nacional, que es criticar a nuestros políticos por todo, muchas veces con razón, tampoco es que hagamos demasiado por ayudar a ello. Al menos, en términos generales, y a las pruebas me remito.
Raro es encontrar una calle, hablemos por ejemplo de Arrecife, impoluta. Y no es que los señores del servicio de limpieza no pasen a diario, o que la basura no se recoja, es que la gente no es limpia. Pasar delante de los contenedores y encontrar, cada día, bolsas apoyadas en ellos, y no en su interior, es incomprensible. Si te has molestado en bajar hasta allí -no quiero pensar que alguien arroje la bolsa desde su ventana- ¿por qué demonios no la metes dentro? ¿qué necesidad hay de dejarla en medio de la calle llena de moscas, cucarachas y porquería? No se entiende.


Y eso, si hablamos de la basura diaria…, lo de la recogida de enseres es un capítulo aparte. Daría para escribir un libro, o una enciclopedia completa. En la zona de contenedores te puedes encontrar cosas tan variopintas como ramas de palmera, un bidé, un colchón, una tele rota, un armario a trozos o un sofá. Sí, yo he llegado a ver un sofá y dos sillones orejeros en medio de una acera dificultando el paso, junto a un colchón tumbado por si alguien se agota.


Pero claro, cómo le vas a decir a una persona que se agota levantando la tapa del contenedor para arrojar dentro la basura que levante el teléfono para llamar al servicio de recogida de enseres, o, ¡ficción absoluta!, que se acerque al punto limpio con sus cosas y las deposite en los lugares adecuados para ello. Reciclaje, lo llaman. Últimas noticias.


Es preciso acabar con estas prácticas. Y es que, no se trata sólo de la sensación de insalubridad que produce, la proliferación de insectos y ratas… es que, por desgracia tenemos un auténtico problema con los pirómanos en esta isla y, cuanto más mobiliario tiren en la calle, mayor es la posibilidad de que además de quemar los contenedores de turno, el fuego llegue a los coches o las viviendas.


No tenemos ningún derecho a quejarnos de nuestra ciudad si no contribuimos activamente a mantenerla en buen estado. Cojan sus muebles y llévenlos al punto limpio. No jueguen al tiro de jabalina con las bolsas de basura. Reciclen. Y si ven a sus vecinos haciéndolo mal, no se corten… es posible llamar la atención fuera de las redes sociales, si se hace con respeto y educación. No es tan complicado. Es sólo cuestión de civismo.


PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
×