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Indeciso el último

Por Álex Solar

Visioné el “gran debate” por pura inercia mental. Según se anunciaba, estaba dedicado a los eternos indecisos, esa mayoría silenciosa que se quita la máscara la víspera de los magnos acontecimientos y vota en consecuencia, o no lo hace, según. Y le hace la pirula a las encuestas.


Nunca he pertenecido a la tribu de los indecisos. Más bien, en la vida, he tomado el Minotauro por las astas y me he lanzado a la piscina, con agua o sin ella. Y como Edith Piaf o Frank Sinatra, mis héroes musicales, “je ne regrette rien” o en inglés de Broadway, “I did it my way”.


Tenía poco más de catorce años y en mi familia había grandes debates los domingos. Había quienes votaban a izquierdas y derechas, en ese año de gracia de 1964.El demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva ganó, finalmente, por mayoría absoluta las elecciones presidenciales debido al apoyo de la derecha que dejó en la estacada a su candidato Julio Durán con el fin de atajar a Salvador Allende. Yo llevaba en la solapa del uniforme escolar el pin del candidato socialista, con sus enormes gafotas y una A invertida, símbolo de la victoria. La gente me miraba de través, algunos me insultaban en la calle, los inspectores de patio me llamaban al orden en el colegio. Obviamente, no tenía derecho a voto, pero yo sí creía en el derecho a manifestar mi preferencia.


Nunca concebí la neutralidad y así he seguido. Hasta ahora, en que la sola idea de acercarme a la urna me aterra más que mirar mi propia urna funeraria.


Desde ese septiembre de 1964 en Chile y el despertar de mi conciencia política, han pasado muchas aguas bajo los puentes. Como el cyborg de Blade Runner, he visto quemarse las naves de los argonautas y pulverizarse las galaxias de la utopía. La experiencia de la Unidad Popular de Allende me enseñó que los cambios instantáneos y las soluciones urgentes no existen, solo están en los programas electorales y en las palabras de los mítines.


El tío bueno, el malo y el feo de este western (y la aprendiza de Merkel), dispararon muchos tiros al aire. Pocas verdades, muchas promesas, en este duelo al sol en el que nada de lo dicho es nuevo bajo el astro rey. Dan ganas de salir corriendo. Indeciso el último.

 

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