La caja de los truenos

Francisco Pomares
Empezó como una historia de comisiones por mascarillas, negadas por todos menos por el que pagaba las comisiones, que ya es raro. Y ha terminado -como otros muchos asuntos del sanchismo-, en los sótanos de Ferraz. En la caja secreta donde se guarda el dinero que no debería existir, los papeles que no deben conocerse y los sobres que nadie firma. El Partido Popular ha pedido al Tribunal Supremo que reclame todos los movimientos de la caja del PSOE desde 2017, es decir, desde que Pedro Sánchez se encaramó en el poder tras su pacto con los viejos y nuevos adversarios del antiguo PSOE: los comunistas de Podemos, los jaleadores de ETA, los indepes irredentos, partidarios de romper el país.
Y es que el caso Koldo apunta directamente a que parte del dinero en metálico que recibían José Luis Ábalos y su asesor estrella procedía de esa caja discreta del partido, ese agujero negro de pagos en efectivo en el que nadie ha querido hurgar demasiado.El Supremo ya ha citado al exgerente del PSOE, Mariano Moreno, y a una de sus empleadas –la que nunca firmó los sobres que aparecen con su nombre- para que expliquen de dónde salía el dinero sin justificar. Lo que se investiga no son simples gastos reembolsados ni dietas atrasadas: es un flujo constante de efectivo en una época en la que los ciudadanos de este país –todos los ciudadanos, del presidente del Gobierno a un taxista- tienen prohibido mover más de mil euros en metálico. Nadie paga sobresueldos en billetes de veinte euros si no hay algo que esconder. Cuando se maneja dinero B, metálico sin trazabilidad, es porque no se quiere que se sepa ni de dónde viene ese dinero ni a dónde va.
La acusación popular pide el detalle de todos los movimientos de la caja B del PSOE desde hace ocho años: los perceptores de los pagos, los conceptos, los reembolsos y las normas internas que regulan esos procedimientos. En otras palabras: lo que pide la acusación es que se abra la caja. Eso, en cualquier partido, provocaría una crisis de pánico a sus dirigentes. En el PSOE de Sánchez, que ha hecho del relato moral su bandera y del “nosotros no somos como ellos” su catecismo, puede ser una tragedia. Si se confirma que la caja de Ferraz alimentó los pagos en metálico a Ábalos y Koldo, no estaremos ante un caso de corrupción periférica, sino ante una contabilidad paralela. Es dinamita pura: una reedición de Filesa con nombres nuevos y viejos métodos. Sánchez ha repetido que su Gobierno es “el más transparente de la historia”, pero cada semana parece confirmarse un poco más que el Gobierno ha confundido transparencia con opacidad, como confunde felonía con patriotismo.
La más irónico es que quien fuera secretario de Organización del PSOE, el hombre supuestamente responsable de controlar las cuentas del partido, sea ahora el epicentro de una tormenta de irregularidades, sospechas y latrocinios. Ábalos, degradado y despechado, se ha convertido en una suerte de vengativo espectro del sanchismo. Su caída arrastra ahora al edificio donde fraguó su poder. Y no sería extraño que en los próximos días el exministro empiece a recordar nombres, reuniones y hasta sobres con la precisión de quién teniendo buena memoria, ya no tiene nada que perder.
El caso Koldo ha pasado de ser un escándalo de intermediarios a una radiografía del funcionamiento del poder en Ferraz. Un edificio que no es solo la sede del partido gobernante: es el núcleo de una maquinaria que ha sobrevivido a la corrupción con una mezcla de cinismo y disciplina. Allí se fabrican los lemas y los discursos y, según parece, se rellenan los sobres. Si la Justicia consigue desenterrar los movimientos de caja desde 2017, quizá descubramos que los valores de la nueva política prometida por Sánchez y explicada a los corintios por Ábalos en el mantra de la censura, se parecían sospechosamente a los valores de la más vieja. Todo por la pasta.
El PSOE tiene un problema moral y político. No se puede exigir regeneración mientras se reparte efectivo entre cargos y asesores. No se puede hablar de feminismo y transparencia mientras se entierra dinero bajo sábanas enmohecidas por dinero cash. Y no se puede insistir en señalar la corrupción del pasado, mientras en Ferraz resuena el eco de una corrupción reciente y sistémica, apenas protegida por una caja B cuya existencia se niega.
La pregunta es si el Supremo abrirá esa caja de los truenos o no será capaz de hacerlo. Si el magistrado Puente obliga al partido a entregar los movimientos de su contabilidad secreta, no solo se pondrá a prueba la resistencia del sanchismo, también la salud democrática de una España en la que han robado todos. TODOS. La caja del PSOE no es solo una metáfora de la descomposición del sanchismo y sus falsas promesas de regeneración, Es la explicación de un país dirigido desde hace más de una generación por gente podrida hasta la médula, gente que acude a la política y al poder con el objetivo casi exclusivo de pagarse vicios y sinecuras, gente sin principios ni valores. Cuando se abra la caja de los truenos, quizás se descubre que todos los ruidos del sanchismo no eran solo propaganda… Eran sobre todo cortina de humo.