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La chica del paseo

Por Guillermo Uruñuela

 

 

Llega otro anochecer más a Matagorda y ahí está. Sin fallo. La veo todos los ocasos iluminando fugazmente, a su paso, el paseo marítimo. No sé quién es ni su nombre. Nunca he parado a hablar con ella; me limito sólo a observarla en ese breve instante en el que nos cruzamos y me sentí en la obligación de dedicarle unas letras. No necesariamente a su figura como tal sino más bien a lo que representa.

 

Lucía, Ana, Mariana, Carolina o como quiera que se llame es discapacitada. No sabría expresar el grado ni la naturaleza de sus diferencias pero el compás de su cuerpo y sus facciones así me lo indican. Esa circunstancia no le impiden batirse en duelo regularmente con una noche que en muchas ocasiones se defiende con viento, con frío e incluso con llovizna. Pero no falta a su cita. Sale a correr siempre sola y el sobresfuerzo que realiza en cada zancada es palpable.

 

Estamos en una época preelectoral en la que todos se venden, sonríen permanente a cámara y actúan en un vodevil ante un público cegado por su propia incultura. La mayoría de políticos intentan proponer un modelo de país y para ello exhiben su capacidad de trabajo, su tesón, su constancia a la hora de alcanzar metas o su perseverancia para concretar aquello que han prometido.

 

Sin embargo, permítanme que desconfíe, así de primeras. Tanta campaña mediática de venta al público me chirría. La palma se la otorgo a esos mítines, sobre todo y especialmente a nivel nacional, en el que el nº1 recibe una sonada ovación al grito de -¡presidente!- en una puesta en escena tan edulcorada que si llegase el fulano o la fulana -por si acaso- al encuentro y solo dijese - ¡Hola zoquetes, ahora me aplauden porque toca. A la de una, a la de dos y a la de tres...!- Acto seguido vendrían las palmas. Supongo que tendrá que ser así pero me puedo tomar el lujo que asumirlo como me de la gana.

 

Me gustaría una oposición que en alguna ocasión llegara a reconocer un acierto del partido gobernante. Estaría bien un dialogo transversal ya que según nos cuentan, todos quieren lo mismo; reducir las cifras del paro, estimular el motor económico, gestionar una sanidad pública competente e impulsar la educación en todas sus etapas. Me encantaría leer programas con propuestas tangibles, alcanzables y enmarcadas en un espacio determinado. Pero la realidad es que todo tiende a lo ambiguo.

 

Por eso cuando hablan de una línea de actuación o de los valores que posee este partido o el otro, yo pienso en mi amiga y encuentro rápidamente las siete diferencias. A "la chica del paseo" le votaría por lo que representa lejos de los focos, precisamente, cuando nadie le está mirando.

 

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