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La ciudad de los semáforos tristes

Mar Arias Couce

 

 

En Arrecife los semáforos están tristes. Tal vez no en toda la capital, pero en las calles que tengo que atravesar cada día para ir de mi casa a mi trabajo, están en plena depresión. No tienen sus habituales colores rojos y verdes, tintineantes, ni siquiera un ámbar intermedio… nada, están oscuros, opacados… directamente apagados. Y los peatones cruzamos como podemos, un poco rezando y encomendándonos a todos los santos, un poco tratando de aparentar seguridad para que no nos noten el miedo a ser atropellados.

 

Es verdad que siempre han tenido un comportamiento bastante anárquico. Un día funcionan, al siguiente no, y ya nunca más vuelven a funcionar. Esto último es, en realidad, lo más habitual. Es algo así cómo, poder, podemos funcionar, pero es que no queremos.

 

Y no se debe a motivos políticos, hay que reconocerles que no son partidistas. Los semáforos de mi ciudad no funcionan gobierne quién gobierne y se estropean a su antojo, por más que proclamen que se ha vuelto a arreglar, por décima vez, la red semafórica urbana, con el PP, con el PSOE, con Coalición o con quien sea preciso. No funcionan y punto.

 

Por eso digo que están tristes. Tal vez, incluso en huelga. En espera de ver brillar a la capital de la tercera isla de Canarias que no acaba de despegar. Tampoco puedo asegurarlo porque no tengo con ellos una comunicación demasiado fluida.

 

Con el resto de los viandantes sí. A ellos los escucho quejarse y llevarse, año tras año, las manos a la cabeza sin acabar de entender qué es lo que pasa en esta ciudad. “¿Pero no los habían arreglado?”, “Siempre igual”…

 

Y tienen razón, los peatones no comprenden la tristeza de los semáforos, ya tienen bastante con sus problemas cotidianos como para tratar de entender los de los demás.

 

Mañana, como cada día, volveré a acercarme al paso de peatones con curiosidad, para saber si se han despertado algo más contentos y han decidido funcionar o si siguen tristes y mantienen la ciudad en total oscuridad circulatoria.

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