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La fuerza de la mentira (I)

Por Gloria Artiles

 

“La mentira es la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo”. Magnífico, soberbio, Jean-Françoise Revel, cuando realiza esta afirmación en su libro “El conocimiento inútil”. Revel fue un periodista lúcido además de un intelectual brillante, y fue padre, a su vez, curiosamente, de otro francés igualmente excepcional, el biólogo Matthieu Ricard, quien abrazó el budismo (en esa misma búsqueda de la verdad que su progenitor, pero siguiendo otro camino), y ahora es conocido como "el hombre más feliz del mundo”, después de que la Universidad de Wisconsin le colocara toda clase de sensores en su cabeza durante 12 años para corroborar que su cerebro destila ondas gamma (muy curiosa la necesidad que tenemos en occidente de medir cuantitativamente algo que por su naturaleza es intangible, como es la paz interior, pero eso es harina de otro costal de la que hablaremos otro día).

Y digo lo de la mentira, porque el tinglado sin salida en el que se han metido los políticos lanzándose dardos con efecto búmeran multiplicado, con el objetivo de señalar a ver quién ha engañado más en sus currículums o quién tiene más falsos másteres y más plagios en sus tesis y titulaciones varias, a mí me resulta cansino y un asunto menor a la hora de valorar lo verdaderamente importante, pero sí que me parece un ejercicio de cinismo descarado quitar la paja del ojo ajeno cuando uno tiene una viga en el suyo.

A los seres humanos, cuando no tenemos la valentía y la honestidad de aceptar nuestras propias mentiras e incoherencias, nos da por acusar a los demás. Fíjense que aquella imagen de Cifuentes (por cierto, la primera víctima política de la falsedad de las `titulitis´) robando una crema de un supermercado que no valía más de 50 euros, fue capaz de producirnos a la opinión pública mucha más vergüenza ajena que la imagen de los sentados en el banquillo acusados de robar cientos de millones en los casos de los ERE o de la Gürtel. Ya ni les cuento el rasgado de vestiduras generalizado que se escenifica entre los farsantes que integran los sanedrines de lo políticamente correcto, a menudo los mismos que están encausados por graves casos de corrupción. Que el robo de 50 euros genere más escarnio público y la misma implacable condena moral que el robo de cientos de millones indica que algo que falla, y mucho, y que estamos en una sociedad enferma de mentira, y por tanto, de inmoralidad.

Lo dicho, léanse el libro de Revel. ¡Ah!, y el del sociólogo polaco Zygmunt Bauman “Ceguera moral”. Magistral. Eso sí, se necesita un poco de tiempo para leer, más allá de los mensajes telegráficos que inundan las redes sociales. Podemos aparcarlas por unas horas (por experiencia, les aseguro que no se acaba el mundo).

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