PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

La Game Boy

 

Por Guillermo Uruñuela

 

No sé si se acordarán de la consola portátil que en su día fue un objeto muy codiciado. Yo la recuerdo con cierta envidia porque nunca tuve una pero era lo máximo a lo que podías aspirar con 10 años.  Ese pequeño artilugio volvió a mis manos esta semana en una incursión que realizaron los pequeños al trastero de los abuelos. ¿Qué es esto?, me preguntó el mayor. La Game Boy, le respondí mientras reflexioné sobre el nombre que algún miembro del equipo de Nintendo eligió para la maquinita.

 

Hoy seguramente ese pobre malnacido estaría señalado por machista. Empezaría una persecución y las redes arderían con los comentarios de esa minoría tan estúpida como ruidosa. La retirarían del mercado o, plegarían las alas para buscar un nombre mucho más inclusivo.

 

Y pensarán que quizá exagere. Ya me gustaría que lo que digo no fuese más una situación ficcionada pero es la cruda realidad. La Fiscalía ha decretado que algunas señales de tráfico, en las que aparecen unos monigotes, son machistas. En la misma línea nos encontramos en estos momentos un debate mucho más decantado en torno al lenguaje inclusivo. Ya es frecuente escuchar a políticos, profesores y utilitarios de las redes manejar los dos géneros consecutivamente para no ofender a nadie sólo por el miedo que nos han introducido en el cuerpo.

 

Hay animalistas que dejan rosas en los estantes de los supermercados encima de las chuletas y las pechugas de pollo. Otras que se graban vídeos defendiendo la libertad de las gallinas frente a los opresores gallos que les violan sin su consentimiento. La bandera de nuestro país también tiene su historia, porque en época coronavírica, algún atrevido la portó por las calles o la colgó del balcón o se la estampó en la mascarilla corriendo el riesgo de que le colocasen rápidamente dentro el árbol genealógico del generalísimo.

 

Todo esto que es un batiburrillo de situaciones inconexas, responden a una misma forma de actuar ante un hecho. Nos ha generado un miedo desmesurado la sociedad y uno ya no sabe cómo actuar. Todo tiene que estar milimétricamente pensado para no meter la pata. Y a mí tanta tontería edulcorada me enciende.

 

Seguramente todo ello mucho tenga que ver con la educación y claro, no es fácil detectar por qué en España este tipo de debates tienen mucha más fuerza que en otros países que cuentan con cosas más importantes para llenar sus vidas. Porque somos un país “Sálvame”, nos guste o no. Bueno y en esta encrucijada, además de la educación y la cultura, el sentido común juega su papel protagonista.

 

 

El principal problema que uno se encuentra es la incertidumbre de qué hacer al respecto. Posicionarte y defender a capa y espada que la mayoría de debates son una gilipollez; entrando al trapo y dándole más importancia. O callarse y otorgar; dando la razón por omisión. Si hoy se hubiese creado la Game Boy en nuestro país se llamaría sin duda la Game Boy and Girl.

 

 

 

Comentarios (7)