La lluvia y la desmemoria

Mar Arias Couce
¡Que llueva, que llueva, la virgen de la Cueva, los angelitos cantan, las nubes se levantan…!
Y angelitos no vimos ninguno, pero vaya que si llovió. Lanzarote recibió el pasado mes de abril más agua que en todo el año. Más agua, en poco tiempo y con mucha fuerza, que nunca en su historia. Al menos en su historia reciente.
Las zonas más afectadas, Costa Teguise, Tahíche y Arrecife, se inundaron, como ocurre siempre. ¿El motivo? Pues también el de siempre, muchos años de dejadez que se van acumulando y agrandan, y agravan el problema. Porque lo cierto es que este tipo de fenómenos naturales ocurren en todas partes y generan el caos a su paso, pero lo normal es ir poniendo remedio y adelantarse al problema.
Claro que lo de la normalidad, pues debe ser que no para todos, las cosas normales, son las mismas. Aquí llevamos un cuarto de siglo hablando de lo mismo y sin solucionarlo. Paso, ponemos el grito en el cielo, y nos olvidamos hasta la próxima.
Al margen de culpas, la tromba de agua dejó imágenes inéditas. Desde barrancos prácticamente desbordados en su camino hacia el mar, hasta turistas que sacaban a pasear a sus hijos en un flotador gigante por medio de las calles. También algunos turistas desolados porque deben pensar que en su contrato de vacaciones va incluido el buen tiempo. No señores, hace mucho que no existe el “seguro de sol” en las islas, y cuando llueve, que no es con demasiada frecuencia, pues nos mojamos todos. Lo sentimos.
Sótanos inundados, contenedores flotando como si de barcos se tratara, calles anegadas, los animales de la protectora Sara evitando el agua y los cuidadores sacándola como podían; los edificios públicos inundados, como la Escuela de Idiomas, o locales como la sede del CB Conejeros, por poner un ejemplo, llenos de agua. Las redes sociales no han dado tregua. Hemos visto muchos enfados de vecinos hartos de que no les solucionen unos problemas que vienen de mucho tiempo atrás. “Otra vez lo mismo”, “Esto no es una calle, es una presa” …
Y hemos tenido suerte porque la lluvia no cayó en toda la isla, si llega a afectar al sur, al norte o al resto de localidades turísticas, no sé qué hubiera pasado. Ya los Bomberos y los servicios de emergencias estaban desbordados… el caos hubiera sido absoluto.
Pero vuelve a salir el sol, y no lloverá durante muchos meses, así que el problema quedará olvidado, o relegado, de momento, hasta que la próxima tromba nos vuelva a poner en jaque y entonces, nos volveremos a echar las manos a la cabeza y a preguntarnos por qué no se soluciona este problema de una vez por todas.