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La 'minoría absoluta' de Mena

Francisco Pomares

 

Pueden decirse muchas cosas -buenas y no- de José Julián Mena, alcalde de Arona. Pero nadie podrá quitarle el hecho de haber ganado las elecciones por mayoría absoluta para el PSOE, después de cuatro años de gobierno de coalición con Ciudadanos de Arona -un partido que no tiene nada que ver con el Ciudadanos de Rivera y Arrimadas-, formado por sobrantes de otros partidos. Mena ha optado por resistir al amparo de la ley Spínola. Rechazados por el Constitucional los extremos que impiden retirar derechos políticos a los concejales declarados no adscritos (es el caso de Evelyn Alonso en Santa Cruz, que hoy votará la moción de censura), no está claro si los diputados que iban en la lista del alcalde y le votaron pueden sumarse a una moción de censura. El asunto no ha sido resuelto por el Constitucional, y aunque existen serias dudas al respecto, la decisión primera sobre la posibilidad de que Mena sea sometido a censura por los montescos de su propio partido depende del secretario del Ayuntamiento, partidario, al parecer, de una interpretación restrictiva de esa posibilidad. Al final, el asunto acabará en los tribunales de Justicia, pero mientras tanto Mena seguirá siendo alcalde de Arona.

 

Disfrutará a partir de ahora, eso sí, de una minoría absoluta de seis concejales, un grupo en limbo, que apoyará a un alcalde al que el PSOE acabará probablemente expedientando y expulsando del partido, lo que le impedirá gobernar€ una oposición mayoritaria que probablemente comenzará a purgar todas y cada una de las decisiones del alcalde, convirtiendo lo que queda de su mandato en un auténtico calvario. La mayoría alternativa, que sí existe aunque no esté claro que pueda censurarle, está integrada por lo que hasta hace poco era la oposición y los siete concejales que apoyaron a Luis García, y suma 18 concejales en la oposición frente a siete en el gobierno. Esos dieciocho concejales pueden retirarle el sueldo al alcalde, incluso a los concejales que le apoyen, pueden controlar todas las contrataciones, pueden articular un gobierno paralelo que sea el que mande realmente en Arona, y pueden -en fin- bloquear el funcionamiento de la administración a todos los niveles. Un desastre sin paliativos que probablemente no tendrá remedio si Mena se empeña en mantenerse en el machito, contra viento y marea.

 

Por otro lado está el aspecto judicial: la investigación de la fiscalía tras la denuncia de Luis García sobre las irregularidades -un presunto caso de corrupción- cometidas en el entorno de la Alcaldía. Con Mena aferrado a una fútil apariencia de poder, el espectáculo está servido, y resultará probablemente más entretenido aún que la sucesión de casos Arona que precedieron a este.

 

Mena y Luis García deberían hacer lo que su partido les pide, dejar sus actas sin necesidad de ser expulsados, y permitir un cambio en la dirección de las políticas municipales y un saneamiento de Arona y del PSOE aronero. Un partido, el PSOE aronero, tan permeable al urbanismo local, que su presidente es un constructor con importantísimos intereses inmobiliarios en el municipio, tan seguro de su poder que es capaz de retar a la federal del PSOE. Y eso que es amiguísimo de Héctor Gómez. De toda la vida.

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