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La paradoja del listo con cara de bruto

 

Andrés Martinón

 

Una vez escribí sobre el futbolista Casemiro y lo comparé con Luca Brasi, el matón y hombre de confianza que Don Corleone utilizaba para sus peores trabajos.

 

Sin embargo, vi hace dos días el programa de entrevistas 'Universo Valdano' y me quedé sorprendido al ver como Casemiro, un supuesto 'barre-piernas' o 'corta-ligamentos' se defendía ante las cámaras y, sobre todo, ante las preguntas del ex entrenador del Real Madrid.

 

Casemiro me ganó desde el principio, contando una anécdota; de esta manera demostraba seguridad y capacidad de palabra. Contó que a los 11 o 12 años ya era el mejor jugador de su pueblo o ciudad y que hasta los chicos de 18 años lo protegían  en las favelas sólo por el derecho de jugar en su equipo. Un niño seis años menor. Increíble.

 

Luego contó una historia que me parece un alarde de inteligencia. Dijo que cuando tenía esa edad y era un súper-delantero en su pueblo fue a la gran ciudad para hacer las pruebas del Sao Paulo y que en la cita había unos 300 niños de su edad. Todos eran los mejores  de su pueblo. Al ver que eran tantos, Casemiro dudó de sus posibilidades y sobre la marcha cambió su estrategia. Al ser preguntado por los entrenadores por puestos, Casemiro vio que 30 o 40 solicitaban la prueba de delantero; otros tantos en la media punta o centrocampista de creación; muchos también querían ser extremos o centrales pero, y he aquí la distinción de inteligencia, vio que sólo siete niños optaron al puesto de medio centro defensivo. Casemiro eligió ese puesto y se lo quedó. Se lo ha quedado hasta llegar a ser el mediocentro de Brasil y el Real Madrid, o lo que es lo mismo, la selección y el club más exigentes del planeta fútbol.

 

Hace unas semanas veía el mismo programa, pero a quien Valdano entrevistaba era a Andrés Iniesta. No creo que haya jugador más inteligente sobre el terreno de juego que Iniesta, bueno Xavi Hernández y Valerón tienen el permiso, pero y es aquí a donde quiero ir a parar, Iniesta logró que bostezara más de tres veces por minuto. Las respuestas eran tan obvias, planas y carentes de brillo que no apagué el televisor por el respeto que le tengo a Iniesta de Mi Vida. Y añado, considero al manchego una persona inteligente y consecuente en su vida.

 

 

Termino con la reflexión, este cuento podría servir como una paradoja de esas griegas, en lo que viene a decir que nunca prejuzgues a quien no conoces y sobre todo, constatar una teoría que se consolida y es que hay múltiples tipos de inteligencias y que los talentos están ocultos y sólo hay que destaparlos.

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