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La primera en la frente

  • Lancelot Digital
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    Hace exactamente cuatro años, la socialista Patricia Hernández se convirtió en alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife tras un acuerdo gestionado con secreto y habilidad, en el que logró el apoyo de Podemos y de dos concejales de Ciudadanos que rompieron la disciplina de su partido y fueron sometidos por ello al consiguiente expediente. Ambos concejales, la abogada Matilde Zambudio y el arquitecto Juan Ramón Lazcano, explicaron que no habían entendido las instrucciones de su partido, pero tampoco eso resultó a la postre demasiado importante. Poco menos de un año después, Lazcano había renunciado a su acta, asqueado por el comportamiento de su colega de partido, y Zambudio firmó un acuerdo con Ciudadanos en el que reconocía haber actuado a sabiendas en contra de las instrucciones recibidas y fue perdonada, como se perdona a una pibita que pide disculpas por haberse portado mal. Tras la renuncia de Lazcano, su sustituta, Evelyn Alonso, apoyó una moción de censura para devolver la alcaldía a quien había ganado las elecciones, José Bermúdez. En ese momento Ciudadanos se había acercado al PSOE en todo el país, preparaba con el PSOE operaciones de desalojo del PP en Murcia y Madrid, y había cambiado su posición inicial de apoyar gobiernos de partidos de derechas. En Canarias apostó por una dirección que quedó en manos de Enrique Arriaga, vicepresidente del Cabildo de la isla, también merced a un acuerdo con el PSOE.

     

    Alonso apoyó la censura contra Hernández, y fue salvajemente acusada por el entourage de Patricia Hernández y algunos de sus medios de tránsfuga. Zambudio, por el contrario salió de rositas. Hoy una de ellas –Alonso- es concejal nacionalista, y la otra –Zambudio- es concejal del PSOE en las listas de Patricia Hernández, que ganó en estas últimas elecciones, pero carece de posibilidades de hacerse con la alcaldía en este período de mandato. Hernández no tiene socios posibles: aunque quisiera, no puede gobernar con el PP, con el que Sánchez ya ha empezado a medirse a cara de perro, con unas elecciones decisivas en poco más de mes y medio. No puede gobernar tampoco con Vox, que es la ultraderecha. Y es poco probable que pueda gobernar en algún momento con los nacionalistas, más que nada porque en su carrera política ha quemado todos los puentes que podrían permitirlo. Convertida en vicepresidenta del Gobierno merced a un pacto con Fernando Clavijo en 2015, continuador del que habían mantenido el PSOE y Coalición Canaria gobernando juntos la región los cuatro años anteriores, Patricia se enfrentó sistemáticamente a Clavijo, y fue expulsada de un Gobierno de amplia mayoría, creando uno de los mayores desastres políticos de la historia de esta región: la polarización izquierda-derecha que unos años después culminaría con el desalojo de Coalición Canaria de la mayoría de las corporaciones y gobiernos de las islas, y la dependencia del PSOE de socios radicales, siguiendo el modelo sanchista.

     

    La forma en que Patricia accedió a la alcaldía en 2019, idéntica a la que ahora se aplica para privarla a ella de ser alcaldesa, inhabilitó las posibilidades de un futuro acuerdo con Coalición. Y uno con su izquierda es imposible, sencillamente porque a la izquierda de Patricia ya no queda nada en Santa Cruz. Patricia ganó las elecciones gracias al voto perdido por Podemos, pero a cambio se quedó sin aliados para gobernar. Para poder gobernar algún día, tendrá que conseguir la mitad más uno de los concejales. Y eso se le va a presentar muy difícil: en estas elecciones, logró 10 concejales, un récord histórico para el PSOE. Pero los partidos que no gobernarán nunca con ella, suman hasta 17.

     

    Aun así, Patricia ha tonteado un acuerdo imposible con el PP: mientras anunciaba su intención de negociar, el PP aprovechaba su puesta en valor para cerrar un pacto con Bermúdez más ventajoso que el de 2020. Se quedan con todo lo que tenían ya -Urbanismo, Servicios Públicos, Medio Ambiente y Deportes- y se levantan la Sociedad de Desarrollo, que maneja la pasta para activar y dinamizar la ciudad, y con Cultura. Privan de sus actuales competencias a los números dos y tres de Bermúdez –Gladis de León y Alfonso Cabello- en una decisión con carga simbólica. Bermúdez quería anunciar el Gobierno muy deprisa, impedir cualquier maniobra de Patricia, y es el primer alcalde canario que cierra gobierno. La primera en la frente, sí, pero ha negociado a la baja: le quedan Presidencia y Hacienda, Infraestructuras, Patrimonio, Participación Ciudadana, Tecnología, Recursos Humanos, Seguridad, Educación y Juventud, Vivienda y Fiestas.

     

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