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La resistencia de Onalia Bueno

 

Por Francisco Pomares

  • Lancelot Digital
  • Cedida
  • La política local grancanaria ha vivido estos últimos años instalada en un tranquilo aburrimiento, sin depararnos demasiadas cambios ni sorpresas: apenas un par de personajes han logrado trascender la apagada cotidianidad de un tiempo dominado por la presencia hegemónica en los medios, durante sus años de floral presidente, del hoy ministro Ángel Víctor Torres. Un fenómeno curioso, el del apagamiento de otros liderazgos grancanarios durante la etapa del poder socialista, que no afectó solo a los cargos públicos del propio PSOE, como el ex alcalde de la ciudad de Las Palmas, Augusto Hidalgo, sino también al presidente del Cabildo, Antonio Morales, o al propio Román Rodríguez a pesar de su esfuerzo por prevalecer.

     

    Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán con reiteración, ha sido uno de esos pocos perfiles que han logrado mantener a flote su personaje durante los cuatro años del pacto de izquierdas. La resistencia a dejarse retratar como malvada alcaldesa grancanaria, a ratos taimada y corrupta compradora de votos a sus vecinos, a tanto la pieza; y en otras ocasiones hartera racista capaz de embarcar a la fuerza a los negros de Arguineguín a un viaje sin retorno a las profundidades de la capital; ha logrado imponerse al esfuerzo de sus enemigos políticos (y mediáticos) por inventar la historia de una mujer desalmada y sin entrañas.

     

    Antes de las elecciones de 2023, partiendo de la mayoría absoluta lograda con Ciuca -10 concejales de 17-, Onalia creó un partido propio –Juntos por Mogán- y se impuso abrumadoramente a todas las fuerzas políticas del municipio, con 21 concejales de 25. Sumó el voto útil de todo el centro derecha, y dejó como oposición al PSOE y Nueva Canarias, con dos solitarios concejales por cabeza. Durante su mandato fue objeto de una sañuda persecución mediática, que Onalia toreó en beneficio propio. Y es que, a veces, la persecución sistemática provoca el efecto contrario al que persigue. La gente reacciona con enfado ante los intentos de imponer una narrativa delincuente, y la alcaldesa logró deshacerse de los relatos que la asediaban un día sí y otro también en busca permanente de una condena.

     

    En este tiempo, Onalia ha consolidado un claro liderazgo basado en los resultados electorales en Mogán, pero también en la probabilidad de convertirse en pivot central de la operación de reunificación nacionalista en Gran Canaria.

     

    Los resultados de un reciente sondeo publicado por Atlántico, demuestran que Coalición crece al amparo de su posición central en el Gobierno. Es el partido que más crece: si las elecciones regionales fueran mañana, el nacionalismo coalicionero consolidaría dos diputados en Gran Canaria y un tercero en la lista regional, gracias precisamente a los votos grancanarios de más. Pero esa no es la única lectura: también Nueva Canarias se mueve en el entorno de cinco diputados, con un ocho por ciento del voto regional. Un acuerdo entre Coalición y Nueva Canarias supondría el regreso del nacionalismo canario a los resultados del 96, cuando el voto nacionalista superaba en porcentaje en Canarias al del PNV en Euskadi o a CiU en Cataluña.

     

    En ese contexto, trasladable también a unas elecciones generales, la operación de Onalia para forzar la reunificación nacionalista en Gran Canaria, parece avanzar con paso decidido, gracias una parte de Nueva Canarias, la de los alcaldes de la isla redonda. La operación se vertebrará en un partido nuevo –Juntos por Gran Canaria-, que operará bajo esas siglas en los municipios y la isla, y acudirá a las elecciones regionales y legislativas federado con Coalición Canaria. Ya se habla abiertamente de listas al Cabildo, de reparto de cargos en la candidatura regional y de candidatos municipales, todos ellos de las segundas generaciones de Coalición y Nueva Canarias. Se espera cierta generosidad –quizá forzada- de los actuales líderes locales e insulares de ambos partidos, para dar paso a gente nueva, más joven, con más tiempo por delante que por detrás. Se considera incluso garantizar a Román -si se pone a tiro y deja paso- la ocupación de un espacio político propio, como ex presidente.

     

    Faltan aún dos años y medio para las próximas elecciones locales y regionales, pero el tiempo no se para, y los cambios se han de producir en dos fases. Antes de octubre, en el espacio de Nueva Canarias, a quien se reserva el gobierno de la isla –suena Teo Sosa como candidato en sustitución de Antonio Morales- y posiciones preminentes para alcaldes o alcaldables canaristas en ocho o diez municipios. A partir de noviembre, en el congreso de Coalición, habrá cambios trascendentes en la organización grancanaria y alguna sustitución de peso. En la capital, una operación aún en ciernes para lanzar la candidatura de María Fernández. Y al Parlamento se construiría una lista cremallera NC-CC si por fin se logra la unidad. Con Onalia mandando. Por supuesto.

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