PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

La verdadera línea roja

Por Juan Manuel Pardellas

 

El PSOE considera que Casimiro Curbelo “no es idóneo” para encabezar ninguna candidatura en las próximas elecciones. Veremos qué opinan los ciudadanos, si deciden votarle en caso de que active la Agrupación Socialista de La Gomera. Si en democracia el poder lo ejerce el pueblo (lamentablemente sólo cada cuatro años) votando a quien quiere que sea su gobernante y si este pueblo elige a Curbelo, lo que habrá quedado demostrado es que quien no es idóneo, es el propio PSOE.

 

Y es justamente ahí donde percibo un problema (¿sólo uno?) en los socialistas. Carentes de credibilidad para un nuevo electorado que no recuerda (a lo mejor, ni siquiera conoce) el 82 y años siguientes y que no sabe de dónde le salen a estas siglas más de cien años de historia (porque nadie se ha detenido a hacer pedagogía política, sin sectarismo). Y así les va, adelantados por la derecha, por el centro y por la izquierda, los socialistas, incluidos los canarios, no saben qué hacer.

 

Imbuidos de ese (sano) espíritu de hartazgo y anticorrupción que ha invadido a todo el país (incluido Canarias) asistimos con asombro al debate sobre quién la tiene más larga. La espada de cortar cabezas, me refiero. Dónde marcar la línea roja que determine si puedes pertenecer a una formación política o no. Y ahí comienza el lío. Hay quien opina que ya puedes hacer todas las tropelías del mundo, por ejemplo, viajar a Canarias con una frecuencia que escapa de toda lógica para un senador extremeño, que, si la norma no lo impide, o peor, si protege este tipo de actuaciones, pues eso, mano ancha y, por supuesto, a sacar pecho (en singular)

 

Lo último ya es qué hacer con los que sí entran en una causa judicial. Los hay de todos los gustos y colores. Para unos, con estar imputados es suficiente para ser expulsados del partido y obligarlos a devolver su acta de concejal, consejero o diputado. Para otros no. Hay que estar imputado “por un delito” (que ya tiene delito la propia expresión). Para otros más, no es suficiente. Te tienes que ir cuando comience el juicio oral (que es justamente cuando podrás explicarte ante el juez) y así la foto sentado en el banquillo ya no manchará a la formación política.

 

En fin. Un abogado amigo (sí, a veces son términos compatibles) defiende que la auténtica línea roja la marca la sentencia judicial definitiva. Opina el buen (y sabio) hombre que hasta ese momento no debes achantarte ni por la voracidad de los medios de comunicación, ni por un sistema judicial lleno de incertidumbres y prácticamente en estado de colapso, ni por los ataques interesados de los otros partidos, ni por el fuego del mayor enemigo, es decir, el que con agresividad dispararán tus propios compañeros de partido. La sentencia definitiva, aquella que emana del testimonio de las partes y del estudio de la ley, debería ser esa línea roja que determine qué conducta has tenido y cómo debes pagar por ella.

 

Ya sé que puede sonar hasta políticamente incorrecto en esta fiebre de honestidad, limpieza y pureza que les ha entrado a todos. Pero, quizás visto con algo de la frialdad que ahora no tenemos, no es mala propuesta. ¿Qué les parece?

Comentarios (1)