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Lanzarote, fuera de control

Por Antonio Coll

 

 

El domingo, día 25 de octubre, se cumplirán cinco meses de la celebración de las elecciones autonómicas y locales. Y después de los pactos posibles, entre CC-PSOE, llevados a cabo, en todas las instituciones de las islas, algunos con sudores y lágrimas, aún permanece sin control el supuesto pacto en el Cabildo de Lanzarote. Digo supuesto porque, si bien consta que está firmado, los consejeros socialistas han decidido dar marcha atrás y ubicarse en la oposición, tras el cese de un funcionario como jefe de la Oficina del PIOT (Plan Insular de Ordenación del Territorio). Este hecho está justificado por el Presidente Pedro San Ginés, ya que posee todas las competencias para el nombramiento de cargos internos del funcionariado, menos la Secretaria General, Intervención y Tesorería, que se accede por oposición pública. Expertos y analistas políticos, opinan que este hándicap, es meramente una excusa de un sector del PSOE, favorable a no pactar con el actual presidente San Ginés. Independiente de las causas que fuera, le corresponde a CC buscar otras alternativas, con el objetivo de afianzar un grupo de gobierno con mayoría suficiente, en busca de la estabilidad necesaria, para sacar hacia adelante proyectos, aún pendientes de su aprobación y que son vitales para el devenir de la isla.

 

Yo desconozco si la dirección del PP, se ha marcado una estrategia correcta para intentar configurar un pacto en el gobierno insular. Entiendo a Astrid Pérez, cuando manifiesta que el Ayuntamiento de Arrecife hay una “condición sine qua non” para negociar posibles acuerdos. En principio, la presidenta popular exigía la alcaldía de Arrecife. Estos días, corre el rumor de que estaría dispuesta a ofrecer dicho cargo al candidato de CC, Rafael Juan González. De una forma u otra, se necesita, un cuarto partido para conseguir la mayoría de 13 concejales. Si se descarta a Podemos, por razones obvia, quedan Somos (3), Ciudadanos (2) y Nueva Canaria (1).

 

La situación en ambas instituciones es compleja, pero la isla no puede seguir fuera de control y, menos, en el gobierno insular. Por responsabilidad política, algunos partidos tendrán que comprometerse, por el bien del interés general, a ofrecer sus apoyos para la estabilidad de la institución.

 

Hay mucha gente que se pregunta si el PSOE tiente alguna estrategia, porque con la actitud en el Cabildo, puede verse abocado a perder la Alcaldía de Arrecife. Yo no sé qué se esconde detrás de todo este “modus operandi”. Hay poderosas razones para afirmar que es Manuel Fajardo Palarea, actual viceconsejero de Justicia, quien dirige toda esta estrategia, calificada de “maquiavélica”, cuyo objetivo es crear un clima asfixiante y enrarecido, para poner entre las cuerdas a Pedro San Ginés. Intereses meramente particulares y, naturalmente, de poder, entran en juego, en esta situación irracional, incluso perjudicando a los intereses del propio partido socialista insular. Pero no es Manuel Fajardo, el culpable directo, porque “oficialmente” no dirige al partido ni tampoco ha sido elegido en los últimos comicios. Corresponde a la ejecutiva insular, dirigida por Loly Corujo y José Juan Cruz, explicar el por qué se ha llegado a esta cruda realidad. Hasta ahora solo se han dedicado, ambos, a cantar el “padre nuestro que estás en los cielos” de carretilla, pero nada más.

 

Después de casi cinco meses de las elecciones, se ha llegado a la hora límite. Es obvio que CC-PIL, en clara minoría, no puede seguir en esta “guerra fría”. No puede seguir bajo el manto de amenazas permanentes. Este clima beligerante solo conduce a la isla a permanecer fuera de control. Que es lo que desean algunos, hasta que llegue el impacto final. Las consecuencias de perder esta legislatura, a falta de tres años y siete meses, se calificaría como una irresponsabilidad política imperdonable por la sociedad civil y sus electores. Poner, de nuevo, en peligro la solución de los problemas reales de la isla, es un atrevimiento, en estos nuevos tiempos, donde la práctica de políticas posibilistas, regeneradoras e integradoras, se hacen imprescindibles.

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