Domingo, 14 Diciembre 2025
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  • Lancelot Digital

 

No tengo intención de ponerme a robar coches, eso que vaya de entrada, pero, en un momento dado, podría entender que alguien robara un coche para comer. O una tienda. No es que me parezca bien, pero podría llegar a comprender los motivos, llegado el caso. Pero lo de quemar cosas… es que no me cabe en la cabeza. ¿Qué gana alguien quemando noche tras noche, coches, contenedores, mobiliario urbano, palmeras, edificios abandonados y lo que pillan en su camino? ¿Será por que les fascina mirar el fuego? ¿Será por la emoción de hacer algo que no está bien? ¿Será por el simple placer de delinquir? No lo comprendo y no creo que sea sencillo de comprender para nadie. ¿Cómo va a entenderlo el pobre dueño de un vehículo que se levanta con la noticia de que un desalmado, no tienen otro nombre, se lo ha quemado? Y lo ha hecho porque sí. No para vender algo y tener dinero con el que pagar un alquiler, no, no, que va. Ha quemado su coche para verlo arder. Y él se tiene que conformar con lo que le de el seguro, y buscar otro vehículo para ir a trabajar, sin saber, añadamos eso, si se lo van a volver a quemar.

 

En Lanzarote sabemos bien de que va este tema porque tenemos, no uno, ni dos, ni tres pirómanos, debemos tener muchísimos. Se han debido juntar todos aquí. Cada vez que la prensa publica que la Policía ha atrapado a un par de ellos, saltan nuevos participantes al campo de juego y vuelven a quemar todo lo que se pone en su camino. Y todo eso que ha osado interponerse en la ruta de esta gente, lo pagamos entre todos. No lo pagan los ayuntamientos, lo pagamos los ciudadanos porque con nuestro dinero se nutren las corporaciones municipales. Eso en el caso de los contenedores y el mobiliario urbano, en el caso de los coches, el que lo paga es el propietario que, por mucho seguro que tenga, en ningún caso ve cubierto el gasto que le va a suponer la gracia de estos tipos… voy a morderme la lengua para no ponerles nombres.

 

Así las cosas, y mientras algunos vecinos se preguntan cómo es posible que no hayan pillado ya a todos estos pirómanos y otros exigen cámaras ciudadanas, abogando por una suerte de Gran Hermano controlador que acabe con esta lacra, Lanzarote se ha convertido en una especie de Valencia en fallas. Los que no tenemos garaje nos levantamos por las mañanas a mirar por la ventana para comprobar que nuestro coche sigue en su sitio, dando gracias por la fortuna que hemos tenido. Ya es difícil ver a algún coche aparcado junto a los contenedores de los barrios de la capital, tanto como no ver marcas de plástico derretido en las calles.

 

No sé cuál es la solución para atrapar a estos ‘Nerones’ de turno, de verdad que no lo sé, pero hay que buscarla y encontrarla porque la situación no da más de sí. Lanzarote está ardiendo y no es de calor.


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