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Llega el 10/N, con más dudas y perplejidad

Por Antonio Coll



Mi instinto me dice que existe un porcentaje  medianamente alto,  en el electorado del Reino de España,  que aún no tiene decidido el voto para el 10/N.  El único debate televisado celebrado entre los cinco líderes de las formaciones políticas  de ámbito estatal,  bajo mi punto de vista, puede influir no más del 7% del electorado, exagerando mis cálculos y basándome en estadísticas históricas.

 

No obstante, si tengo que hacer constar que en la citada cifra, no se contempla un electorado amplio que, generalmente, vota a partidos de ámbito autonómico, con un perfil nacionalista, regionalista o independentista.  Es un dato que hay que tener muy en cuenta, porque  el número de diputados que consigan,  para conformar el futuro Congreso, puede influir para  elegir al candidato para la presidencia del Gobierno Español.  Despejado este punto, como se esperaba,  el debate show televisado entre los líderes del  PSOE,  PP,  PODEMOS,  C,s  y  VOX, que se esperaba tenso y bronco, se desarrolló con bastante normalidad y los candidatos cuidaron  mucho su imagen y el tono de sus discursos, a sabiendas que se dirigían a millones de televidentes,  oyentes radiofónicos y a las llamadas  redes sociales, percibidas como perturbadoras de la realidad, en general.

 

La novedad del debate  estaba en el líder ultraconservador de Vox, Santiago Abascal que por primera vez actuaba, al tener grupo parlamentario en el Congreso. Su discurso no se salió ni un ápice de las ideas que prevalecen desde su nacimiento. También Pedro Sánchez, que aparentaba   más como  presidente en funciones que candidato,  se mantuvo  firme en ofrecer la imagen de un estadista  moderado y centrado, pasando, con indiferencia, a las preguntas de Pablo Casado y Albert Rivera, sobre los posibles pactos después del 10/N.  Igualmente, Pablo Iglesias demostró dominar el medio televisivo y reflejó sus ideas expeditivas, sobre todo,  en las políticas sociales.  El popular Pablo Casado, intentó plasmar la cohesión nacional y el peligro de que Sánchez gobierne con independentistas, además de las políticas económicas a seguir, para cumplir con las promesas que la izquierda o centro izquierda, plantea.  Al candidato de C,s, Albert Rivera lo percaté con un perfil muy inquieto, que pudo provocarle nerviosismo, si bien lanzó mensajes efectivos, dirigidos  clases medias, autónomos y pymes.

 

En definitiva  y cuando se especulaba,  antes del debate que todos iban a centrar sus críticas contra  Sánchez, las mismas se fueron desvaneciendo, en el transcurso de la contienda y, paulatinamente, los “paliques” se fueron derivando hacia  “un todos contra todos”. Al menos, yo así lo percibí.

 

Pase lo que pase, después del 10/N, lo que importa es que se pueda constituir un gobierno estable,  con criterios pragmáticos, ante los vaivenes de la economía global que ya empieza a repercutir en el Reino de España, sobre todo en el desempleo, consumo y otras cuestiones que  afectan directamente en el bienestar de la gente. En campaña electoral se aceptan  las discordias, las desavenencias y las rivalidades,  así como los vendedores de humo y  los profetas que adornan realidades ficticias;  pero una vez cerrado el escrutinio de las elecciones generales,  solo es de esperar que impere la cordura para envestir  a un candidato, pero sin el fantasma de bloqueo que nos persigue en los últimos años.

 

En Canarias estaremos a la expectativa porque hay que activar el REF y el nuevo Estatuto de Autonomía,  paralizados por la inestabilidad  política que afecta directamente a la agenda canaria.  

 

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