Los monos están contentos

Guillermo Uruñuela
Cuando piensas que ya lo has visto todo siempre llega algo interesante que te hace reflexionar. Con atención escuché el relato de las dos buenas mujeres que, en pie de guerra, realizaban una defensa a ultranza sobre la libertad sexual de las gallinas. Y es que tienen razón. ¿Cómo es posible que permanezcamos inalterables ante tal aberración? Nuestra impasibilidad demuestra que somos una sociedad egoísta y temerosa, que no actuamos ante una demostrada violación y que miramos hacia otro lado como si con nosotros no fuera la cosa.
Pero más allá de estos vídeos presentados con una buena oratoria y, sobre todo, ambientados cuidadosamente para ofrecer un visionado placentero, corroboro que estamos en peligro.
Me he dado cuenta que nuestra capacidad para discernir lo importante de lo superfluo -de las chorradas- se mantiene equilibrada. No llego a comprender bien cómo podemos permitir que en las películas infantiles los protagonistas siempre sean tipos blancos y guapos porque vamos a crear niños inseguros y con falta de personalidad -ellas también están estupendas, hay que decirlo-. Ninguno pesa más de lo debido... ¿se imaginan el sentir de aquel pequeño que no esté en unos índices normales para su edad?
También veo mucho color rosa en las princesas y azul en sus acompañantes -pongo el rosa primero, que quede constancia- cuando, nosotros, los adultos deberíamos de tener claro que aquí todo es de todos.
Es que entiendo a la perfección a ese chico que, llegado a los 27, denunció a sus padres por traerlo al mundo sin su consentimiento. Vaya monstruos... los dos deberían pasar una temporada larga a la sombra. Y en la misma línea apoyo moralmente a ese crío que se fue de casa con 10 años porque su celular no tenía almacenamiento suficiente como para guardar todos sus recuerdos de infancia. Los progenitores, para mayor escarnio, se hacían los angustiados ante la cámara en plan jetas.
Me vuelvo a preguntar. ¿Qué hay peor que un gallo poseyendo a una gallina en contra de su voluntad? Bueno, sí, algo existe. El otro día vi un vídeo infantil, de esos para bebés, donde mamá pata era la encargada de realizar un guiso en el hogar mientras que papá pato se refrescaba tranquilamente en la charca. Y ya, mi punto de cólera llegó a su culmen cuando escuché una canción de primates que entonaba lo siguiente: “los monos están contentos porque llegaron las monas, saltando de árbol en árbol colgándose de la cola”. ¿Han escuchado algo más machista y misógino; incluso termina con un doble juego de palabras con una clara orientación sexual. Pongamos freno a todo esto.