Viernes, 05 Diciembre 2025
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Carlos Pomares

No quiero ponerme dramático ni montar el numerito de la virgen escandalizada: la política –en Espala y fuera de ella, aunque en España mas- se mueve en el territorio de la corrupción y los pagos en metálico.  No es algo reciente: las coimas y mordidas son consustanciales al ejercicio de la actividad pública desde los tiempos de Maricastaña. Lo que es más reciente es la sistematización partidaria de fórmulas de financiación ilegal, para atender las necesidades de sus dirigentes y del propio partido, y también las urgencias electorales y su gasto desmadrado. El PSOE inventó en la transición un sistema de cobro de porcentajes de las licitaciones de los servicios públicos municipales: agua, luz, recogida de basura… Todo el partido asumía la diferencia entre robar para enriquecerse y desviar algo de dinero público para ayudar al partido a mantenerse en el poder y aplicar su programa. La financiación irregular o ilegal se convirtió en una actividad reconocida, y los hombres que gestionaban las finanzas partidarias pasaron a ser conocidos como ‘hombres del maletín’. Gente discreta, solvente uy seria, se decía. Para finales de los setenta, la financiación irregular y el simple latrocinio organizado había ampliado la visión del asunto: los mediadores implicados en el cobro de comisiones, empezaron a quedarse con una parte para ellos, y en pocos años la parte había crecido hasta convertirse en el todo. La corrupción se generalizó imparable, y hubo partidos que eran más conocidos por los suculentos pellizcos al dinero público que por su ideología o programa. El partido de Pujol se convirtió en el tinglado del tres por ciento, el PP se transformó en el partido de la Gurtell y el PSOE en el partido de Filesa y más tarde de los Eres. La corrupción se instaló en la vida política y partidaria española hasta convertirse en un cáncer. Es difícil saber que partido ha robado más en estos casi cincuenta años de mamoneo y licitaciones premiadas. Pero lo normal es los ladrones crezcan felices a la sombra del que manda.

El PSOE insiste en que ellos no son como el PP, que no existe financiación ilegal en sus cuentas. Lo repiten casi como un mantra. Pero la Guardia Civil , en el último informe de la UCO, ha puesto negro sobre blanco lo que cualquiera con memoria histórica sabe: en España, cuando un partido niega algo de manera tan rotunda, conviene repasar la hemeroteca. Filesa no existió hasta que existió. Y ahora nos cuentan que tampoco existen los sobres de Ferraz… aunque hay abultadas fotografías, han sido rastreados en mensajes y descritos con pelos y señales en un informe de casi 300 páginas.

La mecánica no es muy sofisticada: entregas en metálico, mensajería de confianza, lenguaje en clave. “Folios” o “cajas de folios” para hablar de dinero. Conversaciones de WhatsApp en las que la ex pareja de Koldo escribe: “Ya tengo el sobre de Ferraz. ¿Te lo llevo en el coche a Balbina y te lo dejo allí?”. Y la respuesta: “El sobre de Víctor a mi mesa y el de Ferraz a la mesa del ministro”. El ministro es Ábalos. El mismo que ahora acusa a la UCO de ver donde no las hay. Pues hay. Hay casas, y también sobres para pagarlas.

La gravedad del hallazgo es obvia: se trata de sobres recogidos en la sede central del PSOE y entregados al ministro de Transportes y a su asesor de máxima confianza. “El sobre de Ferraz a la mesa del ministro”, así, sin más metáforas. Si eso no es irregular, si no es un sistema paralelo de pagos… ¿qué es entonces?

El argumento defensivo es endeble: que eran liquidaciones de gastos, que todo está justificado, que no hay nada ilegal. Pero la UCO ha comprobado que buena parte de esos pagos no aparece respaldada en la contabilidad oficial remitida al juez. Es decir: o bien se falsearon las cuentas, o bien se ocultó deliberadamente el destino de los fondos. En ambos casos, el resultado es el mismo: el partido en el Gobierno mantenía un circuito de sobres en metálico que escapaba al control de Hacienda, que dice la propaganda de la tele que somos todos

El PSOE tiene su historia, pero también su historial. Que pretendan convencer al país de que esto no tiene sustancia es insultante. La contradicción les hace aparecer como una ventanilla de pagos en efectivo. En España, la corrupción siempre ha tenido dos fases: a la negación absoluta sigue el reconocimiento tardío. El PP lo vivió con Gürtel y Bárcenas y un centenar más de casos menos impactantes. El PSOE lo vivió con sus empresas pantalla, y con los Eres, y lo vuelve a vivirlo ahora. Pero los sobres no son opinión: son mensajes, conversaciones, entregas, empleados del partido que confirman pagos en metálico guardados en cajones. No hay relato que pueda tapar eso. Y menos aun cuando el dinero aparece vinculado quienes fueon mano derecha de Sánchez en los años decisivos de su presidencia. La misma enfermedad que destruyó al PP amenaza ahora al PSOE. Ábalos lo llama ‘inquisición’, la UCO lo llama ‘prueba’.


PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
×