Domingo, 14 Diciembre 2025
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Por Alex Solar

 

El filósofo argentino Mario Bunge ha acuñado el término “tecnupidez” refiriéndose a la “tecnofilia” fanática, aquella adoración por la tecnología que ha permitido que algunos afirmen que se pueden contrarrestar los efectos negativos del progreso mediante inventos como la “geoingeniería” o moderar el calentamiento global menguando la estatura de los seres humanos en un 15% mediante la ingeniería genética. Otros , como un matemático llamado Von Neumann van más allá afirmando que se puede llegar a conseguir que las invenciones sean obra de robots.

La tecnología posee una dimensión ética, dice Bunge comentando el libro de Dominique Raynaud (Qué es tecnología) recientemente publicado en España. Un científico judío echó las bases del descubrimiento de gases tóxicos que sirvieron para matar a los prisioneros de campos de exterminio nazis. Este sociólogo de la ciencia aclara algunos conceptos y refuta afirmaciones como que los laboratorios Bell fueron “una fábrica de premios Nobel” siendo que obviamente su formación proviene de universidades publicas. Por ello, nos dice, es necesario fortalecer la investigación básica con fondos públicos, algo insuficiente en nuestro medio y casi inexistente en países del Tercer Mundo. Estados Unidos dedica a ello el 2,8 de su PIB y Europa mucho menos, un 1,9%, con lo que ni siquiera ha recuperado el nivel que poseía antes de la última guerra mundial.

El historiador israelí Yuval Noah Harari, gurú con multitudes de seguidores en el mundo entero, explica en una entrevista que la tecnología puede permitir “hackear”, es decir manipular a seres humanos y decidir por ellos. Puede hacerlo controlando los datos biométricos, por ejemplo, que darán a gobiernos y organizaciones el poder de saber lo que ocurre en nuestros cerebros. De la misma manera se está actuando a través de las redes lanzando “fake news” , intoxicando a las personas con noticias falsas. El israelí afirma que no es “ciencia ficción” : “Si quieres crear mucha tensión dentro de un país en relación con la inmigración , pones a unos cuantos hackers y trolls a poner noticias falsas personalizadas. A la persona partidaria de endurecer las políticas de inmigración le mandas noticias sobre refugiados que violan a mujeres. Y lo admite porque tiene tendencia a creer esas cosas. En cambio a su vecina, que cree que los grupos antimigrantes son fascistas, le envían una historia sobre blancos dando palizas a refugiados, y se inclinará a creerlo”. Y pone como ejemplo de esta crispación amañada las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos y la campaña del Brexit.

El modelo de la información ha cambiado gracias a la tecnología. Recibimos noticias, falsas o no, de manera gratuita a cambio de nuestra atención que se convierte en preciada mercancía vendida a otros.

Yuval ha decidido prescindir de su Smartphone, algo que ya es un símbolo de estatus, de hecho los poderosos no tienen uno. Se conecta a Internet lo justo y necesario y dedica un par de horas a la lectura.

Al común de los mortales la tecnología no es un poco ajena, la utilizamos de manera gregaria porque nos la impone el rebaño y hasta los parados y jubilados sienten que deben estar pendientes las 24 horas de un móvil. Si se estropea o da fallos, caemos en el pánico como si dejásemos de existir en el mundo real, que no virtual que sería lo preciso en esta caso. Y no vayamos a la casa que nos lo vendió a reparar nuestros pequeños aparatos del demonio, porque nos dirán que si no están en garantía debemos comprar otro, con “mayores prestaciones”. En el universo de la informática, de cuyo abstruso lenguaje desconocemos casi todo, somos simples “usuarios”. Tecnúpidos, diría yo.

 


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