No funcionará

Antonio Salazar
Imponer aranceles a los productos americanos nos daña como consumidores sin mejorar nuestra posición como productores, que es la consecuencia de los impuestos por Trump. Habría que destinar todo el talento a conseguir eliminar las barreras no arancelarias de la UE para crear un verdadero mercado único interior.
Son tiempos complicados en los que una clase política medio analfabeta y populista toma decisiones que, sabemos, no funcionan. Y no por ser más listos que nadie, solo porque existe amplia historiografía incapaz de detectar un solo caso de éxito a lo largo de los tiempos. Vale para los aranceles, claro, pero también para otras muchas medidas que al amparo del [flojo] debate político se improvisan de manera continuada, ora en modo globo sonda, ora en forma de ley. Un desatino que debería evitarse por más que no sea misión sencilla.
Los aranceles de Trump son un profundo error; un arancel es un impuesto que castiga a los consumidores, primeramente los de su propio país que han visto incrementar los precios de los bienes que compraban. Al resto, nos perjudica en cuanto productores de mercancías que terminan en aquel mercado. La lógica que se sigue por parte de la UE es que se debe responder de manera simétrica, implementando iguales gravámenes para las mercancías que procedan de Estados Unidos. Nótese que se añade un matiz particular que implica hasta que punto se puede considerar que es una verdadera guerra, librada por otros medios. La UE considera que se deberán gravar más aquellos productos que procedan de los estados donde el pelirrojo presidente norteamericano obtuvo su victoria.
Sin embargo, esta reacción está mal. Imponer un castigo a los productos americanos nos penaliza como consumidores pero no ganamos nada como productores por lo que lo que habría que hacer de manera inmediata es anunciar aranceles cero con respecto a EEUU. Y empezar a ver cómo potenciar un mercado interior que, no teniendo aranceles, sí que cuenta con múltiples barreras no arancelarias en modo de reglamentaciones a cada cuál más idiota.
Un mercado potente de más de 450 millones de habitantes sería algo más interesante que enfrascarse en una guerra arancelaria en la que no habrá vencedores y sí, es muy probable, múltiples perdedores en forma de recesión.
Pero no es lo que pasará, la UE considera que su respuesta habrá de ser política harta de confirmar lo que todos sabemos, su continua pérdida de poder y el camino hacia la más absoluta irrelevancia, con leyes y normas estúpidas que convierten cualquier emprendimiento en una carrera de obstáculos. Pero no es exclusivo, ¿alguien sabría contar las veces que se ha dicho que esto mismo debería ocurrir en España? Un verdadero mercado único interno y no sometido a los dictados caprichosos de 17 burocracias. Cualquier empresa española sabe que saltar de una comunidad a otra es un calvario reglamentario imposible de sortear, con las pérdidas de eficiencia que eso conlleva. A esto debería estarse aplicando nuestra impagable, sobre todo impagable, clase política pero por alguna razón que desconocemos, prefieren ir a la guerra.