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Nothing

Por Francisco J. Chavanel

 

 

No hay petróleo en la mina de Repsol. Sólo mucha agua y gas de baja calidad. Tres años después de que gobierno central y autonómico se declararan la guerra el resultado es que han combatido por nada.

 

Madrid subió las bonificaciones aéreas por nada. Cerró cualquier relación con el gobierno del Archipiélago por nada. Quitó el PIEC de los presupuestos por nada. Y por nada afeitó dineros en carreteras, en transportes, en comunicaciones, en cuestiones básicas.

 

El Gobierno de Canarias ha permanecido irritado por nada. Ha movilizado a miles de ciudadanos por nada. Se ha entregado al ecologismo más fundamentalista por nada. Ha derivado hacia un radicalismo de libro por nada.

 

Sin embargo algunos se entregaron a la causa conscientes del caladero de votos que suponía. Pedro San Ginés cayó en la tentación. Mario Cabrera se hizo el dueño de la marmita y, a diferencia de San Ginés, fue el que más sacó de Rivero: un Auditorio inaugurado por la extraordinaria voz de Juan Diego Florez, un Womad, y muchos flecos presupuestarios estratégicamente resueltos. El propio Rivero pensaba ganar en CC los votos que necesitaba para vencer a Tenerife en la provincia oriental gracias al petróleo.Ese petróleo del que nadie

dudaba. Que estaba allí, esperando por alguien para ser enriquecido de por vida…. Ridículo pavoroso del Gobierno central adelantando la cifra de 150.000 millones de euros y de un descenso de dependencia petrolífera cercano al 10% durante veinte años, y nuevo ridículo multiplicado por diez modificando la ley de Hidrocarburos para que la comunidad canaria pudiera recibir de Repsol 200 o 300 millones al año.

 

Y ridículo que todavía dura del Gobierno canario, como si estuviera enajenado producto de una bofetada. Todavía hay algunos que piensan que el informe de Repsol es una mentira y que el petróleo, negro negrísimo, de primerísima división, sigue ahí. Como si una empresa que cotiza en bolsa pudiera mentir tan fácilmente. Como si a Soria no le gustase presumir de bastión de la nueva reserva natural de España.

 

No hay nada, ni el recuerdo, nothing. Pido la pistola para dispararme entre sien y sien cuando me entero que el magistrado Luis Helmut Moya Meyer dice en su voto particular de una sala de seis magistrados, de los que cinco derrotan las tesis del gobierno autónomo, que Repsol se ha marchado para volver, que todo es una trampa, que no le interesa ahora dar verosimilitud al hallazgo por los precios que se estilan en el mercado internacional. Lo escribe el mismo día en que se publicita la ausencia de petróleo. No sé si está enfadado o si es un profeta del apocalipsis en contacto con Domingo Berriel.

 

Y pido un tractor para que me pase por encima cuando el ilustrísimo José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, contratado por Rivero para mantener viva esta polémica artificial, dice que puede haber indicios de prevaricación en los sondeos. ¿Y qué más da si no hay nada que valga la pena para el futuro y el presente de los canarios? ¿Qué pretenden: seguir en la gresca, seguir gastando dinero del erario para confundir al personal?... Martín Pallín apareció por aquí de la mano de la Fundación César Manrique, que esa sí que encontró petróleo fetén cuando murió César y les dejó en herencia su pensamiento (luego pisoteado) y la categoría colosal de su personalísima obra.

 

Rivero y el ecologismo de taberna se odiaban antes de Soria y de Repsol. Ahora hay intercomunicación y pasadizos secretos. Para sacar oro de la nada.

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