Poco se habla
Sara González
Poco se habla de la realidad que viven miles de estudiantes cada año para acceder a la universidad. Su primer encuentro, una lista de exámenes repartidos en tres días a principios de junio y julio a los que llegan con angustia y miedo instaurado en sus mentes.
Una tendencia nada novedosa en la que, seis horas, de lunes a viernes, durante nueve meses un año y ocho el otro, escuchan la tenebrosa palabra PAU bastantes veces. Me atrevería a decir que se convierte en la muletilla predominante. Así es normal que el miedo y los nervios jueguen malas pasadas mucho tiempo antes de hacer la prueba. Hojas que se adornan con ejercicios que previamente han trabajado y dominado durante la etapa escolar en la que han cursado el bachillerato.
Tal es mi punto de convencimiento que lo principal para poder escribir estas hojas en blanco, idénticas a cualquier folio anteriormente visto y manipulado por estudiantes, ya lo tienen: aprobar bachillerato. El resto, como en cualquier otra prueba escrita, depende de lo estudiado, la serenidad en el momento del examen y la suerte de que pregunten lo que más dominas.
En el camino casi le agobia más al alumnado estar constantemente escuchando la tenebrosa, seguida de descripciones en las que se refleja lo extremadamente difícil que es o lo mal que se pasa.
Entiendo perfectamente que, si solo escuchan aspectos negativos, sus mentes adolescentes, inquietas y rebeldes se imaginen trágicas escenas de una película a la velocidad de la luz en la que el final se parece al peor apocalipsis jamás imaginado.
Cierto es que, sí escuchan alguna noticia que otra positiva de la PAU, las mejores notas, todo catorce o trece con un noventa y pico, muy cercano a la nota celestial, el diez más los cuatro puntos añadidos. Aplaudo a estas personas que han logrado unas envidiables calificaciones. Mi más sincera enhorabuena, para ellas y para quienes logran aprobar sin una nota tan elevada porque, aunque no hayan sido unos resultados de exámenes perfectos, también hay esfuerzo.
Aun así, considero que se debería de conocer más de personas que no alcanzaron la nota máxima. Sí. Se puede. Se puede llegar más lejos con una nota menor en etapas o cursos anteriores. ¿Cuántos casos existen de personas su rendimiento y calificaciones han sido mejores en cursos posteriores?
No todo empieza o termina en esta nota. Solo es un paso más de una larga y a veces complicada vereda, con la diferencia de que tienen esta ‘orientación’ es la nota de corte.
El alumnado de la isla que se examina en junio estará terminando la PAU, por lo que ahora empieza la espera y la angustia, pero por el lugar al que ir, y lo más importante, ¡sobreviviste!, poco se habla.