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Que 2021 nos saque del error

Gloria Artiles

 

Como cuando se lo pedí a 2020 no solo no me hizo ni puñetero caso, sino que incluso trajo el dichoso virus y, con él, el peor año de la historia (al menos por mi conocida), a 2021 le vuelvo a insistir y le repito lo mismo: reivindico la Bondad como una condición irrenunciable en cualquier política de gobierno. Eso es lo que le pido, y que se incluya y, sobre todo, se perciba como lo que es: una necesidad imperiosa de la Humanidad como especie. Sí, tal cual. Que sea un principio activo e innegociable en cualquier programa de gobierno, sea del signo ideológico que sea, y ya sea política local, nacional o internacional. Ya sé que esto será visto como una utopía por algún descreído, pero me da absolutamente igual porque hace tiempo que descubrí que la forma más encubierta de estulticia es el escepticismo de las personas demasiado convencionales y que la Bondad y la Inteligencia son las dos caras de una misma moneda y no son posibles la una sin la otra.

 

Por eso vuelvo a reivindicar lo mismo que le pedí a 2020: una gestión política audaz, con protagonistas interviniendo en los asuntos públicos que sean valientes de verdad, porque no hay mayor valentía que esforzarse en la Bondad en tiempos donde se ensalzan como valores políticos sistémicos lo que en realidad son patologías de la naturaleza humana: la demagogia, el cainismo, la falsedad, el rencor, la mediocridad y el egoísmo, todas ellas las formas más sutiles de corrupción moral y mentira social que, incomprensiblemente, normalizamos.

 

Yo creo, sin embargo, que no hay nada que le dé a una persona más libertad y poder que esforzarse en ir contracorriente y en dotarse de la más alta condición humana, la Bondad, que no ese falso “buenismo” con el que solo buscamos estatus y superioridad ideológica mientras nuestros hechos delatan que hacemos exactamente lo contrario a lo que pregonamos. 

 

Pero andamos muy despistados, muy perdidos. Contrariamente a lo que damos por hecho, en política no ser un cínico, no es signo de debilidad, sino que es un signo de bondad, de fortaleza y de dominio sobre uno mismo. Hay que deshacer el error. Y hay que comprender que la Bondad y la Verdad son lo mismo.

 

Si algo da poder a un ser humano es esforzarse en lo que más le cuesta: ser coherente, vencer las ganas de venganza, desarrollar la comprensión ante las debilidades ajenas (porque son exactamente las nuestras propias), superar nuestra indiferencia inercial ante la injusticia social, especialmente dolernos con los que no tienen ni los mismos derechos ni incluso privilegios como los nuestros. Es necesario desarrollar inteligencia y romper estrechos y parciales ángulos de visión en los que nos confinan nuestras ideologías, abriéndonos a experiencias nuevas y acciones diferentes que beneficien al resto de nuestros congéneres, y no exclusivamente a nosotros mismos. Eso sí es innovar, lo demás es chocolate del loro que nos mantiene entretenidos en viejas formas de hacer política ya caducas.

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