PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Repensar el periodismo

Por Francisco Pomares

Publicado en El Día

 


Los periódicos han desempeñado un papel determinante en la sociedad durante los últimos dos siglos: no sólo influyen marcando la agenda de los Gobiernos, también condicionan lo que el resto de los medios consideran noticiable. Por eso son muchas las voces que se han sumado al debate sobre el futuro de los periódicos, un debate muy extendido desde el inicio de la revolución que supuso la generalización del acceso a internet.

 

Podría decirse que -en líneas generales- hay dos corrientes de opinión muy enfrentadas. Por un lado, están los convencidos de que el periódico, tal y como lo hemos conocido durante los últimos doscientos años, está condenado a su extinción, y además se felicitan de ello, porque piensan que la muerte del periodismo tradicional supondrá la desaparición de los vínculos entre periodismo y poder, y el desarrollo de un periodismo de blogueros, activistas y ciudadanos, abierto a la sociedad y superador de los mecanismos de interferencia con el poder y prescripción para las élites que tanto contribuyeron a envilecer al periodismo en las últimas décadas. Por otro lado, tenemos a quienes creen que vivimos un tiempo de ajustes y cambios tan inevitables como otros que se produjeron antes, y que los medios tradicionales sobrevivirán fortalecidos por la travesía del desierto. En medio de esas dos corrientes, definidas sobre todo por el papel central que otorgan -en la crítica o en la voluntad de preservarlos- a los medios escritos, olvidando que hoy la inmensa mayoría de la población se informa o desinforma ya frente a una pantalla? entre esas dos corrientes, en fin, está otro grupo, integrado por profesionales perplejos y confundidos con lo que está ocurriendo, que observamos con sorpresa y ansiedad los acontecimientos sin saber muy bien qué nos deparará el futuro. Pertenezco a ese grupo: soy periodista desde hace más de cuarenta años y a pesar de los esfuerzos realizados en los últimos tiempos por actualizarme y entender el cambio de paradigma que se está produciendo en la comunicación, cada vez me siento más desorientado y perdido. Aún así, desde hace ya algún tiempo esbozo mi propia hipótesis, que es la de que la comunicación en la era digital estará marcada por la convivencia e integración de lo profesional y lo espontáneo, y que los grandes medios sobrevivirán, gracias al nuevo modelo de negocio que suponen los muros de pago. Es un hecho que las grandes cabeceras están consiguiendo modificar esa tendencia, ofreciendo información rigurosa, contrastada y atractiva para los lectores. Por eso, frente a los profetas del apocalipsis, algunos defendemos una visión optimista que integra lo viejo y lo nuevo, y que debe ocuparse más de los verdaderos retos de la información del futuro, que no están tan marcados por la constante dialéctica entre lo viejo y lo nuevo que tanto preocupa hoy en redacciones y facultades, como por la interacción de dos tensiones amplificadas por el uso de las TIC que no son nuevas en absoluto: la que existe entre la concentración y la diversidad, y la que enfrenta lo profesional con lo amateur, con lo que no es profesional.


A mi juicio, el principal de los retos del futuro de la comunicación, es evitar la creciente politización de la información, el servicio que los medios prestan a la interpretación o los intereses y servidumbres políticos o de negocio y volver a informar desde la ética y la independencia. Esa es una necesidad imprescindible en un mundo cada día más acostumbrado a confundir la verdad con la propaganda, las imágenes de la realidad con las de la ficción, y ante una imaginería televisiva que se ha engolfado en la reproducción espectacular del sufrimiento.

 

A las preguntas sobre la supervivencia del modelo de periodismo tradicional, hay que responder con la defensa de la convivencia e integración inevitable de formatos diversos y por la apuesta por el mejor periodismo, que es el que trasciende sus aspectos formales de industria y negocio, y se mueve por el impulso ético de interpretar lo que sucede, haciendo comprensible lo que ocurre para los demás, y nos ayuda a entender y mejorar el mundo.

 

Comentarios (0)