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Romper la incapacidad de acción

Por Antonio Coll



Siempre se dice que los intereses generales deben primar sobre intereses particulares o de otra índole. Demasiadas veces en la historia de Lanzarote, se ha venido insistiendo sobre la prioridad de poner en marcha el Plan Insular del Territorio (PIOT),  el Plan Especial de La Geria, El Plan Urbano de Ordenación de  Arrecife y la reforma y actualización del Catálogo Arquitectónico de Arrecife. Son ya muchas décadas, son ya múltiples legislaturas, son ya demasiadas promesas y la gente de esta isla sigue esperando que sus dirigentes decidan acabar con la permanente inseguridad jurídica, cuyas consecuencias es frenar potenciales inversiones para mejorar  la economía y la creación de puestos de trabajo. En esta isla, se pierde el tiempo en debates superfluos, discusiones estúpidas  y  enfrentamientos hostiles, que solo provocan la incapacidad de acción de nuestros representantes políticos para aprobar  proyectos y planes, para poner orden a esta isla, en cuestiones  de máximo interés.  Lo demás,  es vivir en una “locura”  permanente. Los nuevos dirigentes políticos tienen en frente un verdadero desafío para acabar con el inmovilismo que nos ha guiado,  en los últimos tiempos.

 

La clase política que hoy nos gobierna tiene la oportunidad sagrada de ofrecer credibilidad ante una opinión pública enojada y cansada de las promesas incumplidas,  continuas  mentiras y múltiples traiciones. Lanzarote no puede continuar en una “trampa”  sin salida y permanecer, años tras años, en las puertas de la barbarie. Les aseguro que no me domina la fatalidad, todo lo contrario, percibo  ahora una clara esperanza de que,  en esta legislatura,  se erradique los hábitos negativos entre los gobernantes y los propios representantes de la Oposición, en las distintas administraciones públicas. Pero para ello, la clase política tiene que estar convencida y comprometida de actuar, firmemente,  en la planificación global de la isla, en todos los ámbitos,  expuestos al principio de este artículo.

 

Estamos en el siglo XXI y se necesita adaptar los planes de ordenación, algunos fueron aprobados en 1991 y han pasado 28 años. Esta situación se puede calificar de drama, aún así, la isla no ha naufragado porque, en medio del inmovilismo político, la clase empresarial turística y comercial ha seguido invirtiendo e innovándose y la llegada de visitantes se ha mantenido en cifras óptimas. Los atractivos naturales de la isla, con sus Centros Turísticos y la buena planta hotelera, han contribuido a la fidelidad de los turistas que siguen eligiendo a Lanzarote como un destino preferente.

 

Solo es de esperar que la política institucional se aleje de la incapacidad de acción y empiece a tomar decisiones para que Lanzarote avance y se pueda acomodar a los nuevos tiempos que vivimos.  Sencillamente, es adaptarse a la realidad actual con mayor vitalidad y el conjunto de la sociedad lanzaroteña tenga más bienestar, con una economía estable y responda a los graves problemas sociales existentes. Y ello,  solo se consigue aprobando las piezas fundamentales que la isla necesita. Todo lo demás es decadencia de la política como estructurador social y empresarial. Pragmatismo y sentido común es sólo lo que se pide para hacer frente a  los planes caducos y obsoletos que aún permanecen.  





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