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Solo nos faltaba Trueba

Por Álex Solar

 


España o “les Espanyes”, como suelen decir en catalán los segregacionistas en público, no sé como la llaman en la intimidad, bien podría bajar demográficamente unos cuantos millones si el próximo domingo las urnas le dan la luz verde a los del “Sí”. No me interesa en particular este asunto, el debate de La Sexta Noche el pasado sábado me dejó frío, congelado, distraído con Iceta y Don Limpio Romeva, que parece que tienen la misma óptica (de gafas, claro).

 

Me ha parecido más interesante la abrupta, inesperada reacción de Fernando Trueba al recibir un galardón oficial de manos del Ministro de Cultura, al que dejó turulato y obligado a improvisar un discurso, por haberse guardado en el bolsillo el que tenía preparado para elogiar al cineasta. Las redes, como era de esperarse, se han inflado con los comentarios de quienes se sienten ofendidos ante la actitud de Trueba. Lo cierto es que el debate de la españolidad surge en un mal momento, a pocos días del 27-S. Dios le bendiga la buena vista al renegado.

 

Conozco algo Cataluña, el catalán y a los catalanes. Viví en Barcelona en los años en que volvían la democracia y el nacionalismo, desbordando las plazas y las calles. Como extranjero, aprendí palabras como “xarnego” y a tomar cava en Can Paixano. Me rechazaron en la Generalitat un proyecto de revista cultural porque no era en la lengua de la tierra. Por aquellos años ya se veía venir la oleada catalanista que convertiría a Barcelona, de ciudad abierta, en coto cerrado.

 

Trueba se suma a la lista de apóstatas de la españolidad, en la que ya figuraban Willy Toledo, Pepe Rubianes, y Sánchez Dragó, entre otros.

 

A mí no me extraña lo de Trueba, no es ninguna mutación, a mi parecer, sino pura coherencia. Un tipo que es capaz de firmar sus películas con nombres como “Belle Époque” o “Two Much”, demuestra que al menos es políglota y no digamos de su conocida afición al Jazz y a la música cubana, otra muestra de cosmopolitismo culpable que lo delata. Una cosa es ser español en el carné y otra la patria intelectual, lingüística o musical, según parece.

 

Ya le he advertido a una amiga inmigrante que ha de hacer el test de españolidad, que diga que se siente muy española. Y que, por si acaso, no mencione el nombre de Trueba si le piden el de algún director de cine español. Mejor, el hispano chileno Amenábar, “niño prodigio” del cine español, que triunfa en el mundo.

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