Tragicomedia herreña

Francisco Pomares
- Lancelot Digital
En El Hierro se ha inventado un nuevo género político: el del ‘cese reversible’. Los protagonistas del invento son el presidente del Cabildo, Alpidio Armas, que acaba de destituir —otra vez— a su principal socio de gobierno, David Cabrera. Y digo “otra vez” porque es ya la tercera en lo que va de mandato que Alpidio cesa David, para reincorporarlo luego y volver a cesarlo. El pobre secretario del Cabildo debe de tener ya una carpeta exclusiva para las resoluciones de cese y otra para las de reincorporación.
La cosa tiene su miga: Cabrera no es precisamente un angelito. Quienes lo conocen aseguran que es un político más bien conflictivo, de los que hacen oposición al Gobierno incluso cuando están en el gobierno. Pero de ahí a que lo echen y lo readmitan cada dos por tres, hay un trecho. La política insular parece un sketch repetido: cada vez que Alpidio y David se cruzan en un pasillo, David debe preguntarse si le van a dar la mano o la carta de despido.
Y ojo, porque no hablamos de un socio menor, sino del principal aliado de Armas en el gobierno del Cabildo. Es verdad que siendo Alpidio presidente del Cabildo, reglamentariamente ya no existe posibilidad de echarle con una nueva moción, porque el Cabildo sólo admite una por mandato. Pero seguir de presidente no es lo mismo que gobernar, y sin el concurso de la Asamblea Herrera de David Cabrera, el PSOE no podría gobernar. A Alpidio le ocurriría igual que a Sánchez, que sigue en el machito porque no hay forma de sacarlo de la presidencia, pero no tiene mucho margen para gobernar y sus socios cada poco le tumban alguna de sus políticas más enjundiosas. Alpidio debe pensar que si Sánchez resiste sin gobernar, y nadie se lo echa en cara en el PSOE… ¿Por qué no va a hacer él exactamente lo mismo?
Pero lo realmente asombroso no es que el presidente herreño se libre de un socio díscolo. Es que luego lo reincorpore: es como si uno decide vivir con alguien que cada seis meses lo echa de casa y a la semana lo vuelve a invitar a cenar. Nadie entiende muy bien el sentido de la jugada, salvo que se trate de un experimento sociológico para testar la paciencia de los votantes herreños.
Lo más irónico del caso es que Alpidio se convirtió en presidente esta vez gracias a una moción de censura a su propio hermano. Librarse de gente que le incomoda parece ser ya una tradición familiar de Alpidio: aprendió en casa cesando a su hermano, y lo ha perfeccionado en el Cabildo con su socio de referencia.
La última entrega del serial ha sido especialmente aparatosa, porque Cabrera gestionaba casi medio Cabildo y lo ha perdido todo: Medio Rural, Marino, Infraestructuras, Mantenimiento, Obras, Carreteras y Ordenación del Territorio. Lo único que le faltaba por gestionar era el tiempo y la rotación de las mareas. Y ahora, nada de nada. En una isla pequeña como El Hierro, eso es como pasar de ser dueño del chiringuito a que te quiten hasta la sombrilla.
Pero no me negarán que el asunto parece casi un chiste de Eugenio: “Va Alpidio y le dice a David: estás cesado. Y David le responde: tranquilo, que ya vuelvo la próxima semana”. Risas enlatadas, telón y aplauso del público. Pero no es un gag: es la gobernabilidad de la isla en manos de una pareja de cómicos que parecen decididos a batir el récord Guinness de ceses en un único periodo de mandato.
Los herreños no saben si seguir este serial con resignación o con cotufas. La política herreña se ha convertido en una suerte de reality en el que cada episodio acaba con la incógnita de cuándo volverán a cesar a David Cabrera, una vez vuelva a incorporarse con más competencias aún que la última vez: porque si algo ha quedado claro es que, tarde o temprano, Cabrera siempre regresa. Acumula puntos para ganarse el título de Ave Fénix de la política insular. Lo hace mientras Alpidio convierte su gestión en el Cabildo en una tragicomedia de ceses y reconciliaciones a ritmo de batucada. Es divertido todo esto, pero la isla merece un gobierno serio, no seguir en manos de esta compañía de teatro tan casposa.
Por cierto, que alguien debería aclarar porque han cesado a Cabrera esta vez, contarnos que ha hecho. Aunque sólo sea por curiosidad.