PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Un familio inclusivo

 

 

 

Por Guillermo Uruñuela

 

  • Guillermo Uruñuela
  • Cedida
  •  

    La que está cayendo y seguimos dirigiendo el foco en dirección equivocada. Oye, que nadie se ofenda. Porque de eso se trata, de intentar quedar bien de cara a la galería para hacernos más respetuosos y sensibles. Más guais.

     

    A ver, que me entere. Tenemos una sociedad cada vez más limitada e inculta pero sin embargo nos preocupamos de generar un debate nacional en torno a la morfología lingüística. Se lo pongo claro. Es una guerra política que a un porcentaje altísimo de la población nos la refanfinfla. Que no nos preocupa ni lo más mínimo. Pero seamos serios, si la mayoría de nosotros no leemos más de un libro en nuestra vida -y a veces sólo lo hacemos si tiene dibujos-. Según un diario reputado el 40% de los españoles no leen “nunca o casi nunca”. Con ese escenario supongo que será de vital importancia el todes; para etiquetar en Facebook.

     

    También resulta que ahora, el poder político quiere colgarse la medalla a la transigencia intentando cambiar las reglas del juego. Unas pautas que por cierto no tienen nada que ver ni con el PP ni con el PSOE. Mucho menos con la ilustre Montero. Este chiringuito lleva ya XV siglos funcionando; no vengan a fastidiar ahora a los 500 millones de usuarios. Sino que nos manden una carta postal uno por uno para enterarnos de los cambios que intentan introducir.

     

    Yo por si acaso ya estoy practicando. El otro día cuando fuimos a la playa, a mis vástagos les di unas cuantas consignas para que se comporten como personas inclusivas.

     

    -“Hijos, hija e hije (por si alguno de los 3 es hije, que no lo sé). Quiero que jueguen pero sin molestar a otros niños, niñas, bebés, abuelos, abuelas, padres o madres. Para ello pueden utilizar la pala, el rastrillo, el cubo, la pelota hinchable y las palas pero no se olviden de que no quiero que se metan nada en la boca; ni arena ni algas ni medusas ni un papel del suelo. Tampoco colillas, latas de cerveza, un tiburón o tapones de botellas. Tenemos que echarnos crema cuando aparquemos y podría ser de factor 15, 20, 35, 50 o total (esto es para que no se ofendan los farmacéuticos).”

     

    El mayor, que es el único que prestó atención en mi “adoctrinamiento” lingüístico, me contestó.

     

    - Entendido, papá.

     

    Ahí tengo que reconocer que me sentí decepcionado porque me di cuenta de que no estaba acertando con mi estrategia docente.

     

    - ¡Oye! No me excluyas ni me feminices. Recuerda que soy papé a partir de ahora.

     

    - Entendido, papé.

     

    - Muy bien, Guillermo. Vas progresando. Cuando nos vayamos a casa te compraré una helada de limona o limone. El que más te guste.

     

     

    Comentarios (13)