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Un plan para evitar la ruina

Por Francisco Pomares

Publicado en El Día

 


¿Puede superarse la crisis sanitaria del coronavirus sin hacer frente al desplome de la economía española? La respuesta, claramente, es no: los países más afectados ya han anunciado medidas para evitar el colapso. Italia adelantó la semana pasada un programa de 25.000 millones de euros que contempla medidas de liquidez, ayuda a las familias, empresas y autónomos y 3.500 millones para Sanidad. Fue considerado inmediatamente como insuficiente. Alemania, por su parte, anunció garantías ilimitadas para dotar de liquidez al sistema. Ilimitadas€ aunque aún no se han desarrollado las ayudas directas a familias, empresas y trabajadores. Francia copió y mejoró la iniciativa alemana, con un potente plan de salvación de la economía que destina hasta 300.000 millones para ofrecer garantía estatal a todos los nuevos créditos bancarios. Además, otros 45.000 millones que se libran ya, para apoyar a trabajadores y empresas, y cubrir las pérdidas temporales de empleo, el pago diferido de impuestos y cuotas y un fondo para salvar de la quiebra a pymes y autónomos que hayan perdido más del 70 por ciento de sus ingresos. Y Estados Unidos ha anunciado un gigantesco proyecto de estímulo financiero, dotado con 850.000 millones de dólares, con medidas de apoyo a la pequeña empresa y a los sectores más dañados, como el transporte aéreo, además de una línea de ayudas directas a los ciudadanos, que comenzarán a recibir directa y masivamente cheques de Trump (en realidad del Tesoro) en un plazo no superior a dos semanas.

 

España retrasó la aprobación de su respuesta económica a la crisis, por desavenencias entre los socios de Gobierno -PSOE y Unidas Podemos-, que eternizaron el consejo de ministros del sábado, en que debía haberse aprobado. Pero el paquete español no podía esperar más: ayer se oficializó lo que adelantaron algunos medios: España destinará 200.000 millones de euros -bastante más que lo aprobado por Italia, y algo más de la mitad de lo anunciado por Francia-, una suma astronómica considerando el músculo fiscal español, una cantidad superior a lo que se destina en nuestro país a pensiones, y cercana al veinte por ciento de nuestro PIB.

 

El plan, financiado casi al 99 por ciento con dinero público (sólo se espera una participación privada de 3.000 millones) incluye medidas de liquidez, suspensiones temporales de empleo, medidas fiscales y ayudas a las pequeñas y medianas empresas, a los autónomos y a las familias, entre otras una moratoria a las hipotecas y a prohibición de cortar el agua, la luz y el gas por impago.

 

El plan parece ir por el buen camino: provocó ayer una espectacular subida de las bolsas, y -en relación con el PIB nacional- es uno de los más potentes de Europa. Aún hay que definir de dónde saldrán los recursos para ese esfuerzo extraordinario, como se hará frente al déficit que va a provocar, y si podrá mantenerse el tiempo necesario. Y más ahora, cuando las autoridades sanitarias internacionales hablan claramente de que la crisis no estará definitivamente vencida hasta que se disponga de una vacuna eficiente y accesible a todos los habitantes del planeta, algo que no va a ocurrir probablemente antes de un año y medio o dos años. En cualquier caso, los Gobiernos pueden hacer lo que está en su mano, y la respuesta del de España para evitar la ruina del país ha sido una respuesta valiente, pero también arriesgada: con disciplina social y compromiso los ciudadanos podemos hacer mucho para que el plan económico funcione y logre su objetivo, que es mantener una economía viable.

 

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