Una correa demasiado larga

Juan Manuel Pardellas
Imagine que, por una vez y sin que sirva de precedentes, en una sola columna de opinión no se hable de política ni de la campaña electoral (la pasada, ésta que se nos viene encima o cualquiera de la próximas), ni del estado de ánimo, real y futurible que le espera a las distintas fuerzas y líderes políticos, ni del Brexit ni, tratándose de Lanzarote en el año del centenario, de César Manrique.
Puede parecer una osadía o, quizás les pase como a mi me ha ocurrido hoy, que necesito un oasis, un rincón de pensar, “el silencio, algo de agradecer, casi terapéutico y necesario.
Por ejemplo, hablemos de los medios de comunicación. Quizás no lo sepan. En menos de tres semanas, en Tenerife han cerrado un periódico, una emisora de radio y un canal de televisión. Y se ha armado una polémica tremenda en las redes, que es el único reducto que parece quedarle a la libertad de expresión, mal entendida como que cada uno diga lo que quiera, especial y cobardemente bajo seudónimo o perfil falso, sin que haya posibilidad de que nadie pueda meterle mano al atacante. Ahí salen los defensores de los sueldos dignos, del pobrecito explotado frente al malévolo empresario negrero, reproduciendo la misma cantinela que se ha extendido a cualquier sector económico, cualquier profesión: millones de sueldos miserables, todos calladitos la boca no sea que por protestar lo perdamos, en manos de unos pocos que acumulan una gran fortuna.
En el caso concreto de los medios, algunos parecen olvidar que antes que medios informativos, estos lugares son empresas. Y que una empresa o da beneficios o está abocada a la ruina. Otra cosa es la capacidad de sus directivos (que vuelvan los periodistas!!!!) para hacer compatibles encrucijadas que hay que defender a diario como libertad de expresión, independencia (ética, política, económica) y resistencia a múltiples presiones. Es falso que sin audiencia no haya medios. La audiencia es relativa. Lo importante, la salvaguarda (al menos como yo la entiendo) es la rentabilidad. Con ella puedes blindarte a cualquier operación siniestra. O eres rentable o mueres. Y me refiero ser rentable por tus propios méritos, no gracias a tus amiguitos políticos que te mantienen artificialmente, subsidiado, como a muchos proyectos y personas en esta sociedad, por duro que nos resulte leerlo, reconocerlo.
Alguien que sabe de esto de montar negocios, escaldado de varias aventuras mediáticas, pero con muchas habilidades comerciales me ponía el otro día (de nuevo) los pies en el suelo: “Crees que eres libres, pero no es así; lo que pasa es que quien realmente manda, el que manda de verdad, te está dejando la correa muy larga”. Él siguió hablando y bromeando de muchos otros asuntos. Y yo me quedé anclado, buscando en mi cuello esa correa demasiado larga…
Disculpen, quedamos en no hablar de política, ni de Manrique… Seguro que lo han entendido.