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Una política 'agrietada'

Andrés Martinón

 

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Hoy voy a reflexionar sobre cómo en Lanzarote somos capaces de negar la mayor ante cualquier contratiempo que llegue, incluso si la cuestión a resolver puede llegar a ser positiva para la isla.

 

El asunto que me ha llamado la atención no es otro que el fenómeno social y turístico que se ha creado en torno a Las Grietas, esa zona erosionada por el agua de lluvia en las proximidades de Montaña Blanca que se ha convertido en un boom en las redes sociales, sobre todo en Instagram. Y es que hacerse un selfie o una fotografía en estas paredes esculpidas con el paso del tiempo y del agua de lluvia ha vuelto locos a los que nos visitan y claro, como todo fenómeno inesperado, crea unos efectos secundarios como si de un fármaco habláramos.

 

Las consecuencias negativas de esta fiebre 'selfiemaníaca' se han detectado en varias cuestiones: convertir la carretera insular que une San Bartolomé con Tías en una pista de obstáculos con gran peligrosidad entre los coches que transitan y los que aparcan de aquella manera; otra variable contraria es los incidentes y lesiones de visitantes que llegan a un lugar agreste con cholas de andar por casa y, como tercer inconveniente y en definitiva, la aglomeración de un lugar que no está preparado para la invasión humana.

 

Cuando hablaba al principio de negar la mayor ante nuevos retos me refiero a que ya son muchos colectivos y partidos políticos que ya de entrada desean la prohibición. Propugnan cerrar el lugar y prohibir en todas sus posibilidades el acceso al lugar. La excusa es que puede haber un accidente de tráfico mortal, pese a que no ha habido hasta ahora algún choque reseñable, o que puede haber heridos entre los visitantes al ser una zona rústica, cuando en todo este tiempo creo que se han registrado dos incidencias con sendos esguinces de tobillo.

 

Luego han aparecido partidos que critican a otros que buscan soluciones intermedias, recriminando que las propuestas de buscar soluciones que incluso conlleve generar beneficios con el cobro de visitas se considerarían 'desarrollistas' o que pueden alterar la paz de quien por allí viven.

 

Lo que quiero decir es que Lanzarote es como un mar de coral cuyas ostras producen maravillas inigualables y parece que la aparición de Las Grietas es como si una nueva perla apareciera y se quisiera cerrar y no disfrutar ni aprovechar ni obtener un rendimiento por ello. Es como si en Roma, que ya tiene la Capilla Sixtina o el Coliseo, no se pudiera visitar la Fontana Di Trevi por que han descubierto que la gente se vuelve loca por ver una fuente que no tiene la grandeza de las dos maravillas antes mencionada.

 

Sin querer posicionarme políticamente, me parece correcta la propuesta de un partido que propugna prohibir el aparcamiento en la zona, obligar a los visitantes a aparcar en San Bartolomé en la zona próxima a la Casa Mayor Guerra y cobrar lo que se tenga que cobrar para que haya gente al cuidado y controlando la zona y luego desde ese lugar dejar a la gente que vaya por el sendero que ya existe y está habilitado hasta el lugar.

 

Con esta medida se lograría que un lugar que el visitante considera único en el mundo lo pueda ver, que salgan de sus hoteles y se sumen al turismo de experiencias que tanto se propaga y se busca, que se cobre por ello, que no haya problemas de tráfico, que haya control y que el que considere que eso de caminar un poco es contraproducente no vaya, logrando un efecto medianamente disuasorio y así conseguir la desmasificación.

 

No se debe prohibir por prohibir. Se debe trabajar para buscar soluciones prácticas y que la seguridad esté garantizada. Y si es así, que luego se hagan los selfies que se quieran hacer.

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