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Unas cuantas mentiras piadosas

Francisco Pomares

 

El turismo representa más del 30 por ciento de nuestro PIB y el 40 por ciento del empleo. Quizá por eso, seguimos hablando de recuperación turística, de salvar la campaña de invierno, o del impacto que tendrá en la recuperación de la industria la realización de PCRs a los visitantes. En realidad, se trata de mentiras piadosas: la Organización Mundial del Turismo, organismo dependiente de Naciones Unidas, cree que el sector –en recesión en todo el mundo– no volverá a recuperar la actividad en términos comparables a los previos a la pandemia, hasta que pasen entre dos y cuatro años. Mientras, las regiones y territorios cuya economía depende fundamentalmente del turismo –Canarias es un claro ejemplo, pero también todas las islas del Mediterráneo, y la mayor parte de las grandes capitales europeas, y muchas ciudades– sufrirán el impacto devastador de un parón económico sin precedentes en la historia reciente. Para ocultar eso surgen las mentiras piadosas de los dirigentes políticos, porque ven a los ciudadanos en su condición de votantes, y creen que a los votantes es mejor tenerlos permanentemente atontados con una realidad más feliz y placentera que la que nos ocupa.

 

Yo me quedo para Canarias con la versión de la realidad que nos ofrece la OMS: la recuperación tardará de dos a cuatro años, el tiempo necesario para poder resolver o al menos mejorar sustancialmente los tres problemas que hoy impiden la recuperación del sector. El primero es la situación sanitaria. La gente no va a viajar masivamente por ocio mientras no tenga la certeza de que el viaje y el destino son seguros. Eso no ocurre ahora: Canarias no es la fortaleza contra la Covid que se quiso vender cuando nuestro porcentaje de contagiados era menos preocupante. Y si lo fuera, una parte de los visitantes no dispondrían de corredores seguros para llegar. Primero, pues, doblegar la enfermedad en las islas. Aunque eso no bastará para que el turismo vuelva a ser lo que fue.

 

La pandemia, la crisis económica y –en menor medida– el brexit van a dejar a Europa exhausta, con la deuda pública y el déficit por las nubes, un desempleo desmedido y la economía doméstica destrozada. Hacer turismo es hoy una necesidad vital para millones de personas del mundo desarrollado. Pero no es la primera necesidad. La gente no va a viajar masivamente si no cuenta con recursos y confianza económica. El turismo de masas produce un intercambio de riqueza entre territorios fríos de alta renta y zonas calientes de renta más baja, donde se han establecido las grandes concentraciones hoteleras. Mientras no se recupere la economía en Europa, Canarias no recibirá turismo masivo.

 

 

Y luego está el tercer problema, de orden logístico, dado que el turismo masivo precisa de transporte barato y fluido, de infraestructuras operativas y de canales de comercialización. Toda esa logística –compañías aéreas y marítimas, transporte, oferta hotelera, de restauración y de ocio– ha quedado muy tocada, y puede que su situación empeore. Reconstruir el pulso del sector no se va a lograr de la noche a la mañana, ni con fórmulas milagrosas. Va a costar recuperar aerolíneas, turoperadoras, empleo en la hostelería y la restauración€ y poner en marcha las empresas de alquiler de coches, los parques temáticos, la oferta cultural. Esto no va a resolverse con mentiras de los políticos o porque lo decidan los gobiernos. Por eso es mejor concentrarse en el trabajo que hay que hacer, y empezar a hacerlo sin perder el tiempo con necedades recurrentes como la necesidad de cambiar el modelo turístico. Para los que todavía no se han dado cuenta: ya ha cambiado. Y a mucho peor.

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