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Vista para sentencia

Por Antonio Coll

 

 

A partir del lunes 25 de mayo, los siete ayuntamientos de la isla, el Cabildo y el Parlamento de Canarias, iniciarán una nueva legislatura de cuatro años, es decir hasta mayo del 2019. En estas elecciones autonómicas y locales, el panorama político destaca, por el aumento de formaciones políticas que acuden a las mismas para obtener representación, en las citadas instituciones públicas. Si bien, en una primera lectura, se puede interpretar que es bueno para la democracia que concurra tan elevado número de partidos y minúsculas asociaciones municipales, también, con otro análisis más reflexivo, se puede interpretar que dicha circunstancia, potencia el confusionismo y, por contrapartida, crear inestabilidad en las instituciones, a la hora de los pactos. Sea como fuere y, sin tratar de hacer un análisis exhaustivo de dichos pormenores, lo verdaderamente importante, es que estas elecciones son consideradas claves para afrontar el porvenir de Lanzarote y Canarias. A mi manera de ver, a estos comicios hay que ir sin la desconfianza que, por unos motivos u otros, se ha asentado en una buena parte de la sociedad civil. Es cierto, y no se puede ocultar, que la confianza general, en las instituciones públicas, se ha desplomado, en porcentajes que se pueden calificar de alarmantes. Pero este pesimismo, legítimo y objetivo, no tiene el por qué proliferarse con un voto ciego, influenciado por el desencanto y la indignación. No estamos en el peor de los mundos y la sociedad lanzaroteña y canaria, a pesar de los pesares, tiene suficiente potencialidad para superar muchos altibajos y reveses, y conquistar logros, como bajar los índices de pobreza y creación de puestos de trabajo. Pero esto se consigue corrigiendo y regulando mejor el modelo productivo, siempre en el entorno de una sociedad de libre mercado y libertades individuales. No nos engañemos con mensajes utópicos que solo buscan réditos electorales. En esta sociedad nada es gratis. Para mantener la sanidad, la educación, las pensiones, las retribuciones a los parados y un largo etcétera, se necesita hacer esfuerzos y una “sociedad de bienestar” se logra, eso sí, maximizando el uso inteligente de los recursos y eliminando las “malas prácticas” y el inmovilismo de las administraciones públicas. Para ello, hay que elegir gobernantes responsables, buenos gestores y comprometidos con llevar a cabo un servicio público, siempre orientado a fortalecer los intereses generales de todos los pobladores. Sin que ello signifique maltratar a los contribuyentes, con exageradas subidas de impuestos.

 

Grandes retos para los próximos cuatro años

 

Yo comprendo que, en estos últimos cuatro años, han sucedido demasiados hechos para desconfiar, pero amplificar la imagen, a veces desajustada de la realidad, puede situarnos en un panorama peor si no llevamos por impulsos netamente emocionales. Hay que mirar el futuro, atendiendo, por supuesto, el pasado, pero cuidando que los mensajes de las formaciones políticas y sus programas sean pragmáticos, quiero decir que lo que se promete, se pueda, después de las elecciones y una vez en el poder, implementar. Vivir de utopías está bien para los poetas y los filósofos, pero, desgraciadamente, dirigir una sociedad es muy complejo y la economía juega un papel prioritario, así como los planes estratégicos e innovadores. Todos queremos cambios, naturalmente. Pero que sean cambios eficaces y duraderos. Lanzarote necesita de estrategias inteligentes y liderazgo político. Y no digamos nada de Arrecife.

 

Después del 24 de mayo, todo será distinto. De los 19 partidos que concurren a las distintas instituciones, un alto porcentaje de ellos, se quedarán en el intento. Los que consigan representación y gobernar, tienen por delante, una gran responsabilidad para afrontar los grandes retos que necesita Lanzarote para este siglo XXI. Y no hablo de utopías. Hablo de desarrollo y planeamientos, aún pendientes de materializarse. Hablo de reorientar las formas de gobernar y de profundos impulsos con ejecución efectiva.

 

Los contratiempos y fracasos del pasado, deben de servir a los nuevos gobernantes para iniciar una nueva época, con mucha visión aperturista y futurista. Lanzarote no puede seguir anclada con falsos modelos “proteccionistas”, que solo persiguen paralizar el desarrollo global de la isla, en beneficio de unos pocos, que falsamente abanderan un ecologismo trasnochado e interesado.

 

El 24 de mayo, los electores dictarán sentencia. Y ésta será firme, no se podrá recurrir hasta mayo de 2019. Solo es de esperar que todas las instituciones puedan ser gobernada con estabilidad y responsabilidad. Los cuatro años que nos espera, serán cruciales para afrontar los retos y asentar un porvenir fructífero e ilusionante. Eso espero.

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