Domingo, 07 Diciembre 2025
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La isla de los volcanes no solo se recorre, se siente. Sus paisajes únicos, su luz especial y la armonía entre arte y naturaleza la convierten en un lugar mágico

La isla de los volcanes no solo se recorre, se siente. Sus paisajes únicos, su luz especial y la armonía entre arte y naturaleza la convierten en un lugar mágico

  • Lancelot Digital

 

Ya sea conduciendo entre conos volcánicos o degustando un vino malvasía con vistas al Atlántico, cada ruta ofrece una cara distinta de esta isla que, más que un destino, es una experiencia completa.

 

1 Parque Nacional de Timanfaya

Un paisaje casi lunar donde los colores ocres y rojizos contrastan con el azul intenso del cielo. Las Montañas del Fuego, nacidas de erupciones del siglo XVIII, conservan aún el calor bajo sus superficies, y los geiseres naturales y demostraciones geotérmicas recuerdan que la tierra sigue viva. Desde allí, la carretera serpentea hacia la costa hasta encontrarse con los acantilados de Los Hervideros, donde el mar ruge contra la roca volcánica, y con el Charco de los Clicos, una laguna verde esmeralda que parece sacada de otro planeta. El día puede concluir en las Playas de Papagayo, una cala dorada y tranquila donde los contrastes de la isla, —fuego y mar— alcanzan su equilibrio más perfecto.

 

2 La Geria

Desde el sur, la ruta hacia el interior ofrece una cara completamente diferente de la isla. En el valle de La Geria, los viñedos crecen sobre ceniza volcánica, protegidos por pequeños muros de piedra en forma de media luna. Este paisaje, tan peculiar como bello, es fruto del ingenio de los agricultores que aprendieron a aprovechar el terreno hostil para producir uno de los vinos más singulares del mundo, la malvasía volcánica.

Recorrer esta zona implica también descubrir pueblos acogedores como Uga o Teguise, donde la vida discurre con calma entre calles empedradas y plazas soleadas. En esta parte de la isla se encuentra además la Fundación César Manrique, una visita imprescindible para entender la identidad estética de Lanzarote. El artista, nacido en Arrecife, supo integrar arte y naturaleza de forma magistral, creando espacios que respetan el paisaje y lo realzan.

 

3 Mirador del Río

El viaje continúa hacia el norte, donde Lanzarote se muestra más salvaje, más solitaria. La carretera asciende hasta el Mirador del Río, obra también de Manrique. Aquí se contempla una de las vistas más sobrecogedoras del archipiélago, La Graciosa. Flotando en un mar azul intenso, posee un paisaje que invita a un ambiente armónico. Más abajo, la Playa de Famara se extiende bajo un acantilado imponente, un lugar de viento constante y olas perfectas para practicar deportes como surf, kitesurf o windsurf. En el norte también habitan pueblos como Órzola, que conservan el sabor marinero de antaño y ofrecen una experiencia más tranquila, lejos de las zonas turísticas.

 

4 Arrecife

Si el sur deslumbra con sus volcanes y el norte con su soledad salvaje, el este de Lanzarote revela el pulso cotidiano de la islas. Sus pueblos pesqueros, su capital marítima y sus playas más accesibles. Es la zona donde el visitante puede mezclarse con la vida local, disfrutar del arte contemporáneo y saborear la gastronomía atlántica frente al océano.

El recorrido comienza en Arrecife, la capital de la isla, un lugar que combina historia, modernidad y sabor marinero. Su paseo marítimo, bordeado por palmeras y pequeñas playas urbanas, invita a caminar sin prisa hasta el Castillo de San Gabriel, una fortaleza del siglo XVI construida sobre un islote que protegía la ciudad de los ataques piratas. Desde su puente de piedra se contempla el contraste entre el casco antiguo y el nuevo puerto deportivo, donde yates, bares y terrazas dan un aire cosmopolita a la ciudad.

Muy cerca se encuentra el Charco de San Ginés, un rincón de postal donde las barquitas de pescadores descansan sobre el agua tranquila. Es un lugar perfecto para disfrutar de la puesta de sol entre bares y restaurantes frecuentados tanto por locales como por visitantes.

El visitante puede aprovechar para conocer el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, situado en el Castillo de San José, una antigua fortaleza rehabilitada por César Manrique que hoy acoge obras de artistas locales e internacionales, además de un restaurante panorámico con vistas al mar.

Siguiendo la costa hacia el sur, la carretera lleva hasta Puerto del Carmen, uno de los principales núcleos turísticos. Aunque es conocido por su ambiente animado, conserva aún tramos de costa encantadores, como el puerto viejo y las playas de arena dorada que se extienden varios kilómetros. Para quienes buscan ocio y vida nocturna, este es el lugar indicado, con una amplia oferta de restaurantes, terrazas y tiendas.

Esta ruta por el este es una invitación a conocer el lado más humano y habitable de Lanzarote. Aquí no todo es paisaje volcánico o silencio de acantilados. También hay vida urbana, cultura y marinas llenas de energía.

 

 

 

 


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