Viernes, 19 Diciembre 2025
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Batatas

La progresiva desaparición de su cultivo es el resultado de un complejo proceso en el que confluyen varios factores

  • Lancelot Digital
  • Cedida

En apenas cinco años se ha pasado de alrededor de 400 hectáreas dedicadas a la batata a poco más de 200. Esto supone la pérdida de aproximadamente la mitad del suelo agrícola destinado a este cultivo. Este dato no solo refleja el abandono de la actividad por parte de los agricultores, sino también una transformación del territorio: menos paisaje agrario, menor uso productivo del suelo y una pérdida de conocimientos asociados a un cultivo tradicional. En islas como Lanzarote, donde la batata se cultiva en jable —un sistema agrícola con fuertes particularidades, elevada exigencia de mano de obra y condiciones difíciles—, el abandono resulta aún más acusado.

Mientras la producción local desciende de forma clara (de más de 4,5 millones de kilos a poco más de 2,5 millones), las importaciones casi se han triplicado en el mismo periodo. Este fenómeno indica que el consumo no desaparece, sino que se satisface cada vez más con batata de fuera. En 2024, cerca de la mitad de la batata comercializada en Canarias procede del exterior, lo que confirma una sustitución directa del producto local por el importado. Entre los países terceros destaca Egipto, donde sus exportaciones hacia Canarias han pasado de 0 kilos en el año 2020 a 512.461 kilos en el año 2024.

El agricultor local compite en el mismo mercado, pero con reglas distintas, lo que acelera el abandono del cultivo. Todo ello desemboca en una mayor dependencia alimentaria del exterior y en una pérdida de capacidad de autoabastecimiento, especialmente preocupante en un territorio insular. Este contexto explica por qué cooperativas agrarias buscan activamente productores en zonas específicas como el jable, conscientes de que se trata de un cultivo adaptado al medio, con valor territorial y cultural, pero que solo puede mantenerse si existen condiciones mínimas de rentabilidad y protección.

Es evidente que hay una baja rentabilidad del cultivo: los costes de producción en Canarias son elevados (agua, mano de obra, insumos), especialmente en sistemas tradicionales como el jable, mientras que los precios de mercado están presionados a la baja por la competencia exterior. 

La Sociedad Agraria de Transformación El Jable (S.A.T. El Jable) es un proyecto colectivo de agricultores ecológicos de Lanzarote. Quiere que se establezca El Arbitrio sobre Importaciones y Entregas de Mercancías en las Islas Canarias (AIEM), que supondría una medida final de protección del productor local. La imposición de un impuesto a la batata importada no resolvería por sí sola todos los problemas estructurales del sector, pero sí podría contribuir a frenar la sustitución del producto local, mejorar la competitividad del agricultor canario y evitar que la batata siga el camino de otros cultivos tradicionales que prácticamente han desaparecido.


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