Domingo, 14 Diciembre 2025
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Doce vecinos del municipio protagonizan un cortometraje sobre sus propias vidas

 

  • Lancelot Digital

 

El viernes, a las 19 horas, se presenta un cortometraje de 17 minutos en el que se recogen los testimonios de 12 vecinos de Tías. Un puzle diverso, amplio y con el que se logra saber algo más sobre la vida real de personas a las que les tocó vivir y padecer los llamados años ruines. El documental, con guion y dirección de la periodista Concha de Ganzo, contará con la presencia de la mayor parte de sus protagonistas. También se presentará un libro con hermosas fotografías de Rubén Acosta en la que se hace un perfil de cada uno de estos vecinos.

 

Con este trabajo se trataba de buscar a doce vecinos de Tías para que cada uno ofreciera una mirada diferente sobre este municipio. La mayor, Domitila tiene 99 años, y sus palabras resultan muy reveladoras y provocan dolor. Su relato, a pesar de la forma tranquila en la que lo cuenta, te deja con mal sabor. Aquellos años ruines fueron tan malos para muchos. Ella recuerda que cuando no había agua podían ir de noche a una finca cercana “a beber, solo a beber, no para llevar”. Lo cuenta sin rabia, asumiendo esta realidad. Al igual que un rebaño de cabras, su familia saciaba su sed en esa charca ajena.

 

Caridad Cejas.

 

 

Y al hablar de Tías hay que hablar de los pescadores de La Tiñosa. Emilio Pérez y Modesta Marrero ofrecen esa visión entre la nostalgia y la dureza de aquellos que sienten pasión por la mar.

 

Y algo en común en las mujeres. La mayoría va a la escuela unos años y de inmediato tienen que ponerse a trabajar, en la casa, en el campo, y lo ven normal. Era lo que se hacía. Sus penurias son tantas que por no tener no tenían ni bragas. Ángela Pérez Fernández cuenta que se hacía las bragas con la tela de los sacos de azúcar que venía de Cuba.

 

Ángela Pérez.

 

Para ofrecer otros enfoques aparece Lázaro Martín con ese amor desmedido que siente por la iglesia de La Candelaria, una pasión que le viene de familia, su padre también se dedicó a cuidar de la imagen y además tocaba el órgano en la iglesia.

 

 Blanca Nieves Borges es una artesana de los telares. Tiene un telar en su taller que tiene más de 200 años.

 

Con Juana Saavedra se rompe la uniformidad del relato. Representa a la mujer adelantada a su tiempo en todo: en ponerse minifalda, en separarse, en abrir un negocio y en luchar mirando siempre hacia adelante.

 

Urbelindo como encofrador ofrece esa otra realidad que supone el gran cambio. De apenas ganar unas perras, en el campo, en la mar, cuando logra trabajar en el hotel Fariones llega a tocar el cielo. Dice que su sueldo como encofrador era de rico. Hasta su padre se quitaba de la puerta para dejarlo pasar. Urbelindo García supo adaptarse a ese otro mundo que acabó por sepultar al otro, cuando la llegada del turismo y de las desaladoras cambió la realidad y la dureza de la isla.

 

El elenco:

 

Emilio Pérez Fránquiz. Pescador de La Tiñosa

Ángela Pérez Fernández. Trabajó en el campo y cuidó de sus hermanos    

Urbelindo García Hernández. Sobre todo, fue encofrador, trabajó en los grandes hoteles de Tías y de Lanzarote

Caridad Cejas Machín. Campesina indomable, cuida de su hijo con problemas graves, atiende a sus cabras y conduce

Josefina Gopar Hernández. Puso una tienda en La Tiñosa, tuvo que aprender algunas palabras en inglés para atender a los primeros turistas.

Domitila Padrón Bermúdez. Tiene 99 años, es la mayor. Y dibuja una realidad que provoca dolor. Ella no se queja. 

Modesta Marrero García. Pescadora. Apasionada del mar y sus artes. De La Tiñosa.

Juana Saavedra Umpiérrez. Una adelantada a su tiempo, es la más joven de todos, pero ofrece una mirada distinta. Es la gran revoltosa.

Lázaro Martín Bermúdez.  Carpintero y guardián de la iglesia de La Candelaria.

Blanca Nieves Borges. Se hizo artesana por vocación, y con 50 años se inscribió en la Escuela Pancho Lasso de Arrecife para aprender y hacer curso sobre telares.

Antonia García Álvarez. Trabajó en el aeropuerto como limpiadora. Y cuidó de sus padres, de su tía, y de sus hijos, dos de ellos con discapacidad.

Matula García Hernández. Su madre llegó a tener 15 hijos, y ella como hermana mayor tuvo que ponerse a los mandos de la casa. Cómo no llegaba al fuego se subía en un banquito. Jamás se quejó


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